Hemos tenido siempre claro que aquello que vemos en el cine o en la pequeña pantalla es algo guionizado, algo que no es real. Ahora la pantalla es aún más pequeña, hablo de las pantallas de nuestros móviles y concretamente de las redes sociales.

Los que llevamos años haciendo uso de ellas y tenemos un nivel determinado de madurez vemos en los contenidos que sus "suscriptores" comparten en ellas el mismo guion, o quizá, similar al que veíamos en películas romance tan apasionadas como pudo ser "Lo que el viento se llevó" . Amores y odios a demanda y con un nivel hiperbólico que solo se acepta como real en la no realidad.

Pero en las redes sociales, hoy en día, sucede algo similar y el problema está en que muchos individuos que forman "mitades de pareja" no reconocen la fantasía que se encuentra detrás de una foto y/o un texto. ¿Por qué problema? La respuesta es sencilla. Nos encontramos con vidas y romances idílicos, gestos perfectamente estudiados, palabras escritas a medida de lo que se quiere mostrar, en fin, una película detrás de una foto y/o un comentario. Y el problema de fondo no está en el hecho de que haya gente que publique esas cosas, el problema se esconde en nosotros, en nuestra incapacidad de ver que se trata de una película más. En unos casos un montaje, en otros una mera exageración y en el más sano de los casos, ni uno ni otro, pero es cierto que aunque lo que se muestre en la foto sea cierto en redes pocas veces mostramos las amargas vivencias que ocurren en nuestro día a día. Solo mostramos lo bonito, lo que nos gusta, lo que queremos que conozcan de nosotros y, de toda la vida, "los trapos sucios se limpian en casa".

¿Cuándo se convierte en un problema el que no seamos capaces de identificar estas publicaciones como algo irreal?

Sencillo. El problema viene a raíz de las comparaciones. Vemos imágenes, circunstancias y palabras que nos gustan, con las que nos encantaría sentirnos identificados y las comparaciones nacen de forma involuntaria y sin pensarlo, de una manera inmediata. Y sí, las comparaciones son odiosas, pero son aún peor si nos comparamos con algo que no es real. En estos casos más que odiosas las comparaciones se convierten en una actuación injusta. ¿Por qué injusta? Primero porque no conoces el grado de verdad que se esconde en cada publicación. Recuerda, se trata del resumen de una película que puede durar 24 horas al igual que un stories de Instagram. En segundo lugar debes caer en la injusticia de tu comparación si no la haces de una forma global. Y es que tu entras y "paseas" un tiempo determinado por las redes, lo haces a menudo pero no de una forma constante, lo hacemos, habitualmente, cuando encontramos un hueco libre y lo que buscamos es desconectar. Dejando esto claro debemos resaltar que esas personas que mantienen sus redes sociales con fotos muy bien estudiadas y se alimentan de miles de seguidores y "likes" en ellas, pasan horas y horas en ese entramado. Y es que no se trata solo del tiempo que tarden en colgar una foto aplicarle un filtro y poner un texto acompañado de un sinfín de hashtags. Se trata de su trabajo, se trata de personas que trabajan la foto que van a poner, que probablemente no apliquen ningún filtro porque ya la han retocado en Photoshop, se trata de vender algo bonito, porque eso es lo que "compra" la gente y, al fin y al cabo, es la gente la que garantiza que el trabajo de estas personas funcione.

A todas y todos nos encantaría levantarnos un domingo por la mañana y que mientras preparamos el desayuno apareciera él o ella, perfectamente vestido, peinado y maquillado para darnos un beso en el cuello mientras que con una luz espectacular nos convertimos en objeto de foto pero€ eso no es la realidad. Nos levantamos el domingo a preparar el desayuno, y lo hacemos dando tumbos, con un moño y algunos restos de las ojeras de la semana, seguramente con el pijama que nos regalaron en reyes y, seguramente, ya con una mancha, sin duda, arrugado. Él o ella más de o mismo, y sí, recibimos ese beso en el cuello mientras exprimimos naranjas o preparamos café.

¿El problema?

Somos incapaces de guardar ese momento en la memoria, exigimos una foto para que el resto de la humanidad sea consciente de que nos quieren pero, para qué. El problema es precisamente ése, exigimos una foto para poder mostrar que nosotros somos también felices y no, no es justo. Esos momentos debemos fotografiarlos con nuestra mente. Deberían de ser los momentos que en medio de las discusiones rutinarias por saber quién lleva al niño al cole nos aportarán un rayo de luz de nuestra realidad. Ésa tan complicada que es a la vez fantástica y a la vez el mayor caos del mundo.

Para ser feliz en pareja solo falta vivir al cien por cien los momentos buenos que compartes con ella y es que, la felicidad no se muestra, la felicidad se vive.

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