Nuestro calendario proviene de Roma, y en los primeros tiempos los romanos utilizaban un calendario lunar que tenía 10 meses de 28-29 días, empezando en marzo y terminando en diciembre. La relación de los meses era esta: Martius: primer mes del año, llamado así en honor de Marte, dios de la guerra. Aprilis: los romanos dieron al segundo mes el nombre de abril, derivado de aperire (abrir), probablemente porque es la estación en la que empiezan a abrirse las flores. Maius: era el tercer mes en el antiguo calendario romano y debe su nombre a Maia, diosa romana de la primavera y los cultivos. Iunius: el cuarto mes en el antiguo calendario romano, dedicado a Juno, la diosa romana del matrimonio. Quintilis: era el quinto mes del año en el calendario romano primitivo y por eso se lla-mó así. Sextilis: sexto mes del calendario romano, que comenzaba en marzo. September: era el séptimo mes del calendario romano y toma su nombre de la palabra latina septem, siete. October: octavo mes del antiguo calendario romano, según manifiesta su denominación. November: el noveno mes del año. December: el décimo mes en el calendario romano inicial.

Sin embargo, en tiempos del rey Numa Pompilio (715-673 a. C.), se reformó el calendario, modificando la duración de los meses para que tuvieran 31 y 30 días alternativamente. Además, el año pasó a tener 12 meses, incorporando dos meses más: Ianuarius (enero), en honor del dios Jano, dios de los comienzos y los finales; y Februarius (febrero), dedicado a Plutón, dios del infierno y de los muertos. Al ser el último mes del año, a febrero solo se le otorgaron 28 días, porque para los supersticio-sos romanos no era muy atrayente.

Durante la República Romana, una de las magistraturas de mayor importancia fueron los cónsules, mandatarios elegidos de a pares, que ejercían la administración de justicia, funciones militares y de gobierno. Las elecciones de los cónsules se celebraban anualmente en los idus de marzo, el día 15. En marzo empezaban también las campañas militares de los romanos por el Lacio y por Italia. Pero cuando las guerras salieron de Italia, el comienzo de la campaña en marzo supuso un grave inconveniente por el tiempo que tardaba el ejército en trasladarse al punto de conflicto, que demoraría la maquinaria bélica hasta el invierno.

Por eso, en el año 154 a. C., para poder preparar debidamente la campaña de las guerras celtibéricas y contra Numancia, el Senado estableció que el año no comenzara con los idus de marzo, sino en las kalendas de enero, el día 1, adelantando a esta fecha las elecciones consulares. Así la operación militar se podía desarrollar a principios de verano. Desde entonces enero y febrero se convirtieron en los dos primeros meses del año, manteniéndose los antiguos nombres de los otros meses.

Transcurría el año 49 a. C. cuando Julio César llegó a Egipto, reino de Cleopatra, donde las evidencias históricas indican que fue creado el primer calendario solar a principios del tercer milenio a. C. Admirado por los conocimientos egipcios y ante el desfase acumulado de cerca de tres meses al que había llegado el calendario lunar romano, Julio César encargó la elaboración de uno nuevo a Sosígenes, astrónomo de Alejandría. Sosígenes elaboró un calendario basado principalmente en el calendario solar egipcio de 365 días, aunque conservando los nombres de los meses romanos. Para compensar el desfase natural producido por la rotación no sincrónica de la Tierra en torno al Sol se acordó que cada cuatro años se contarían 366 días. Estos años se llamarían "años bisiestos", porque en ellos añadían un día extra intercalado entre el 23 y el 24 de febrero. Según su cómputo del tiempo, el 24 de febrero era el "día sexto" antes de las kalendas de marzo (ante diem sextum kalendas martias), de manera que el 24 de febrero repetido se llamaría bis sextum ("bisiesto"). Con la reforma del calendario establecida en 1580 por el papa Gregorio XIII este día añadido se colocó al final de mes (29 de febrero), aunque el nombre de bisiesto se conservó.

Además, tras el asesinato de Julio César el 44 a. C., el mes Quintilis, que era el de su nacimiento, recibió el nombre de Julio en su honor. Y el año 23 a. C. el Senado romano, para halagar la vanidad de Octavio Augusto, renombró el mes Sextilis como Augustus (agosto en castellano). Sin embargo, este mes sólo tenía 30 días, mientras que julio tiene 31 y esto suponía cierta inferioridad, así que le añadieron un día, quitándoselo al mes de septiembre, pasando a tener este solamente 30 días y haciendo que octubre tuviese 31, noviembre 30 y diciembre 31.

Los nombres de los meses han perdurado en las lenguas latinas y también se han impuesto en los países de lenguas sajonas y germanas, sin que la intensa cristianización de las costumbres paganas lograra imponerse en la denominación de estos 12 periodos en que se divide el año.