Una vieja broma de Helmut Kohl -creo que alguna vez la contó Felipe González- era que adoraba los programas de gobierno "porque dicen a lo que te comprometes pero sin aclarar jamás cómo vas a hacerlo". Acariciando ya el placet de ERC -esto es una delicia: gracias, primero, a la torpeza del Tribunal Supremo, y después, a la gentileza de Pedro Sánchez igual Oriol Junqueras se queda sine die en un Europarlamento que quizás, solo quizás, se niegue a levantarle la inmunidad- el PSOE y Unidas Podemos presentan su programa de gobierno. Por supuesto, en la misma presentación se registra una contradicción inaugural: el punto 12 del programa gubernamental subraya la derogación de la Ley Mordaza, que será sustituida por otra normativa para garantizar el ejercicio el derecho a la libertad de expresión y reunión pacífica, y en la rueda de prensa convocada por Pedro Sánchez y Pablo Iglesia, no se permitió a los medios de comunicación hacer una sola pregunta. En realidad, salvo a los fotógrafos, a los periodistas se les estabuló en un pasillo. Es un nuevo castiguito del presidente del Gobierno (todavía en funciones) a los plumillas después de la críticas y quejas que se le han formulado. Derechitos como una vela nos va a poner. Esta nueva situación de desprecio a la prensa no es una pandemia de la Villa y Corte, sino que se extiende por todos sitios: políticos de izquierda, derecha y extremo centro que responden con desgana o malahostia, que ocultan datos que jamás se incorporan a los portales de transparencia, que consideran sospechoso a aquel que no les ríe las gracias, que regresan a la feudaloide costumbre de llamar para quejarse porque han sentido un rasguño en sus pieles nenuco. Es improbable que Sánchez se baje de su ensoberbecido narcisismo: no es un problema de madurez sino su estación de término. Dentro de muy poco será un rey de baraja, y los reyes de baraja no tienen sentido del humor. A poco que se esfuerce Pablo Iglesias puede convertirse (otra paradoja) en el rostro amable del venidero Ejecutivo.

¿El programa? El programa es muy bonito y se atiene perfectamente a lo que le encantaba al canciller Kohl. Lo de las mejoras de las pensiones, por ejemplo. De todas las pensiones, por supuesto, incluyendo las no contributivas. España se gasta actualmente más de un 11% de su PIB en financiar las pensiones públicas -la media de la OCDE está en un 7,5%- y como media los jubilados con pensión estándar -excluyendo las de viudedad y las no contributivas- cobran aproximadamente el 82% de su último sueldo. Absolutamente nadie ignora que existe un problema estructural en la financiación del actual modelo de pensiones públicas y a todos nos han brotado canas de pavor al presenciar el virtual agotamiento del Fondo de Reserva de la Seguridad Social. Pues bien, el nuevo Gobierno no ofrece ninguna propuesta sustitutiva a la insostenibilidad de las pensiones públicas a medio plazo. En líneas generales no se ofrece una previsión de inversión y gasto público para 2020 ni mucho menos el boceto de una reforma fiscal que pudiera hacer verosímil este esfuerzo en sanidad, educación, I+D+I o pensiones. Una razón más, por supuesto, para dejar a los periodistas en el pasillo comiéndose los mocos. Que no molesten los cagatintas, que estamos haciendo Historia y dibujando historietas.