La Diócesis de San Cristóbal de La Laguna comenzó ayer un año jubilar con motivo del 200 aniversario de su creación tras la segregación de la provincia religiosa de Canarias que decretó el Papa Pío VII en febrero de 1819 para lograr un objetivo: garantizar la cercanía física a la sociedad. Ya en el seno de la Iglesia Católica se hablaba hace dos siglos, y se buscaba soluciones, a la doble insularidad.

Fue el 21 de diciembre de 1819 cuando se materializó la bula de constitución de la creación de esta Diócesis; el retraso en la puesta en marcha obedeció a las gestiones necesarias para garantizar su dotación y que entrara en servicio. En la mañana de aquel martes, con el tradicional repique de todas las campanas de la ciudad que anuncia un acontecimiento, entró a la todavía parroquia de los Remedios que luego se convertiría en sede catedralicia el comisionado apostólico y regio para la desmembración de la Diócesis de Canarias Vicente Romani Linares, obispo auxiliar de la misma para la isla de Tenerife en tiempo del rey Fernando VII, y en su altar mayor dio lectura al decreto de creación de la nueva región religiosa, de la que a continuación se reproducen dos párrafos: "Habiendo reflexionado con la debida esmerada madurez... y considerada mayormente la necesidad y utilidad de los fieles cristianos que viven en aquellos parajes... previa una madura deliberación, y con la plenitud de la potestad Apostólica... dividimos, desmembramos y separamos a perpetuidad de la Diócesis de Canarias, las sobredichas cuatro Islas de Tenerife, de Palma, de Gomera y de Ferro, con todo el territorio comprendido en ellas; y después de haberlas así dividido, desmembrado y separado, las eximimos y libertamos también a perpetuidad, con todo los Pueblos, Iglesias, Beneficios, y personas así Eclesiásticas como Seculares, de la jurisdicción ordinaria del Obispo de Canarias... Y en igual forma, para el acrecentamiento de la Religión Católica, con el Cabildo Catedral y con la asignación de dichas cuatro Islas de Tenerife, de La Palma, de Gomera y de Ferro, para todo un territorio Diocesano, exigimos y constituimos así mismo a perpetuidad la mencionada Ciudad por Capital del Obispado que ha de llamarse de San Cristóbal de La Laguna".

Arranca así la historia de la Diócesis de Tenerife en la que hasta la fecha han prestado su servicio pastoral doce obispos, dos nacidos en ella: el güimarero Domingo Pérez Cáceres, que estuvo al frente desde el 28 de abril de 1947 hasta su fallecimiento, el 1 de agosto de 1961, y en la actualidad Bernardo Álvarez Afonso, natural de Breña Alta y prelado nivariense desde el 4 de septiembre de 2005 hasta la actualidad.

Durante este tiempo, la Iglesia Diocesana ha caminado de la mano de la sociedad y ha sido reflejo de cada situación, con sus luces y sombras. Más allá de su razón de ser, la evangelización y vivir según el estilo de vida de Jesús de Nazaret, su creación supuso un espaldarazo para Santa Cristóbal de La Laguna como capital religiosa y consolidó su desarrollo patrimonial. No hace falta tener fe para reconocer el cuidado de los templos, ermitas, capillas y conventos ya no solo en sede de la Cátedra lagunera sino allí donde está presente la Iglesia Católica. En sí, es un referente social y cultural.

Desde el primer prelado de la Diócesis de San Cristóbal de Tenerife, Luis Folgueras, hasta el actual monseñor Álvarez Afonso, ha habido una comunión, un encuentro, entre sociedad e iglesia, porque el alma del patrimonio arquitectónico emana de gente de esta tierra que, desde su creencia y compromiso personal, ha contribuido a hacer un todo.

En la actualidad, el Obispado de Tenerife es el reflejo de la actividad que se organiza desde ocho vicarías, que toman el pulso a la sociedad a través de diecisiete archiprestazgos en los que se reparten un total de 312 parroquias.

Limitar la labor de la Diócesis a un concepto religioso tal vez sería injusto. Aunque sea su razón de ser para quienes se presentan como católicos, por encima del debate existencial está la práctica, la vida a pie de calle. A modo de ejemplo, basta con echar la vista atrás estos años de crisis económica para reconocer la acción de organizaciones no gubernamentales insertadas en la Diócesis Nivariense. De aquella acción misionera que se prestaba de puertas a fuera a hacer más llevadero el día a día del vecino que perdía un techo, o no tenía qué llevar a casa o qué vestir. Ahí se hace presente la Iglesia, a la que a veces se le exige el auxilio a la emergencia social porque la experiencia avala que siempre está. El pregón de la pasada Semana Santa chicharrera permitió poner cara a algunos de los servicios que presta la Diócesis de forma desinteresada, más allá de alzacuellos y sin desmerecer la labor callada de conventos de clausura.

La Iglesia también ha mostrado su inquietud por actualizarse, por combinar una romería con una peregrinación, un "¡viva el Cristo de La Laguna!" o a la Virgen de Candelaria con la Bajada lustral de la Virgen de Las Nieves -que se celebra el próximo verano en La Palma- o de Guadalupe en La Gomera, o de Los Reyes, en El Hierro, con el acompañamiento a los mayores o desvalidos que no acaparan ni focos ni titulares en los medios de comunicación porque nos hemos acostumbrado a que ellos están. Y prestan su labor por unas creencias que a veces se les cuestiona cuando, sea cual fuere su credo, el resultado viene en auxilio de la sociedad.

La Iglesia Diocesana ha buscado puntos de encuentro con quienes no quieren saber de ella. Ha tendido puentes desde la Asamblea Diocesana que impulsó el actual obispo emérito de Tenerife Damián Iguacen Borau al Sínodo de Felipe Fernández, del que fue precisamente su secretario el actual prelado nivariense. El objetivo: sacar la iglesia a la calle, salir en misión sin necesidad de salir de la parroquia o el barrio. Bernardo Álvarez plantea en este bicentenario de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna los retos del papa Francisco en el Año de la Vida Consagrada: "Mirar al pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza".

Ocurre en el mundo de la comunicación. Muchas veces se recrimina que solo nos quedamos en los titulares de las noticias. Tomando este ejemplo, que los muros de los templos no nos impidan ver la labor y la ayuda de la que se beneficia la sociedad tinerfeña. Doscientas gracias.