Recuerdo, en el mandato anterior, a la entonces oposición municipal en el ayuntamiento de La Laguna, clamando por la indecencia -así lo llamó uno de sus portavoces, que se ha arreglado los dientes y ahora se los cepilla y todo- de celebrar sesiones plenarias por la mañana. Se convocaban por la mañana, según insistían, para hurtar la participación del pueblo. En realidad en los cuatro años anteriores solo se celebraron dos o tres plenos matinales, pero ahora esa oposición gobierna, sosteniendo a un alcalde socialista cuyo liderazgo cabe holgadamente en sus zapatos, y ha convocado todos los plenos, salvo uno, a partir de las nueve de la mañana, y así lo hizo, por supuesto, en el día de ayer, para aprobar los presupuestos municipales de 2020. Las protestas por la exclusión del pueblo unido jamás será vencido han desaparecido, y ayer el gobierno municipal tenía un motivo suplementario para empezar prontito y terminar cuanto antes: el cóctel al que el alcalde había invitado a todos los funcionarios y empleados públicos del ayuntamiento. A todos. Más de 900, convocados en el antiguo convento de Santo Domingo a las doce del mediodía, con vinos y canapés, de los cuales cabe suponer que se excluyó la nefanda mortadela para no ser confundidos con CC.

La invitación al brindis navideño llegó en forma de tarjetón por vía electrónica y estaba firmada por Luis Yeray Alcalde, al estilo de las firmas regias como Felipe Rey. El detallazo comenzaría a las 12 horas y se prolongaría hasta las dos de la tarde, pero alguien debió pensar que era (digamos) un poco demasiado, y finalmente convocaron a los funcionarios a la una. Que los responsables políticos de una corporación pública convoquen a sus trabajadores a un bien surtido brindis durante el horario laboral debe ser parte de la política de transparencia: que se les vea mandándose un cava al mediodía, no en un guachinche al oscurecer. Nadie sabe dónde almorzó luego el alcalde, quien, por cierto, cuenta con los servicios de tres guardaespaldas, tres agentes de la Policía Local que velan por su seguridad, y no siempre por turnos. En una reciente visita a Tejina, por ejemplo, Luis Yeray Alcalde se presentó con los tres policías, una protección que en ningún momento ha considerado necesario explicar ni a los concejales ni a los periodistas. ¿Tiene problemas de agorafobia? ¿Quiere resucitar al Trío Zapatista? ¿El Emperador Zurg se ha mudado a La Higuerita? Misterio.

Menos misterioso es el proyecto presupuestario aprobado antes de las cuchipandas, que pese a incluir un incremento casi inapreciable de las políticas sociales y asistenciales fue presentado por sus responsables como una de las grandes victorias del género humano desde la Revolución Francesa. Claro que el concejal de Hacienda, Rubens Ascanio, llegó a decir también que él había liquidado la deuda municipal, lo cual no es ya una mentira estúpida, sino una expresión de delirio psicopatológico. El interventor advirtió en un escrito que las Bases de Ejecución del Presupuesto habían sido modificadas sin su informe preceptivo y se había eliminado ilegalmente el control interno de la Intervención. En el pasado las observaciones del interventor eran sagradas, hoy una advertencia tan grave no bastó ni para despeinarlos. Este es el gobierno municipal que padece hoy La Laguna. Sin liderazgo político, sin proyecto para los laguneros, arregostados en los sillones, alicatando amistades y militantes, encantados de haberse conocido, solo han conservado su fervor por el doblez, el postureo y la mentira.