El PSOE, haciendo gala de la E de Español, desde su fundación el 2 de mayo de 1879, ha defendido siempre a ultranza la unidad de España y ha combatido políticamente, sin tregua, al nacionalismo secesionista. Todos los líderes socialistas más relevantes, sin excepción, se han caracterizado por el amor a España. Conviene recordárselo a los militantes socialistas por si lo han olvidado. La Conjunción Republicano-Socialista (CRS) fue una coalición electoral creada en 1909 por los partidos republicanos y el Partido Socialista Obrero Español. En las primeras elecciones a las que concurrió la Conjunción, Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de la UGT, fue el primer socialista que en las Cortes Generales de España fue elegido en representación del movimiento obrero; y en las elecciones generales de 1910 fue elegido como miembro de la Comisión Benito Pérez Galdós, uno de los "hacedores" intelectuales del clima liberal enmarcado por las fechas 1876-1936 (Juan Marichal).

En la introducción de la primera edición que leí de los Episodios Nacionales, decía Federico Carlos Sainz de Robles, cronista de la Villa y Corte: "Lope de Vega y Galdós son los dos genios españoles que más obsesivamente se entregaron a la ejemplar tarea de desvivirse por España. Tuvieron una exaltada fe única: España. Creyeron a pie juntillo que nada valía tanto como ser español. No pensaban sino en España. No hablaban sino de España. No se notaban inspirados sino por España. Disculparon fácilmente, cuando no encubrieron con ladino regocijo los males de España". En boca de su personaje de la primera serie de los Episodios, Gabriel de Araceli, confesó: "Cercano al sepulcro y considerándome el más inútil de los hombres, aún hace brotar las lágrimas de mis ojos el amor santo a la Patria", y el mismo personaje, en Trafalgar, al izar la bandera española en un buque de guerra, exclamó: "Todavía me emociono cuando veo la bandera de España". Ya anciano y ciego, en su domicilio de la calle Hilarión Eslava, de Madrid, le preguntaron si no admiraba a Francia y a Inglaterra, a lo que contestó: "Sí, pero España, es que España".

La eclosión patriótica del 2 de mayo de 1808 fue descrita por Benito Pérez Galdós con las siguientes palabras: "La campana de ese rebato glorioso no suena sino cuando son muchos los corazones dispuestos a palpitar en concordancia con su anhelante ritmo, y raras veces presenta la historia ejemplos como aquel, porque el sentimiento patrio no hace milagros sino cuando es una condensación colosal, una unidad sin discrepancias sin ningún género, y por lo tanto una fuerza irresistible y superior a cuantos obstáculos pueden oponerle los recursos materiales, el genio militar y la muchedumbre de enemigos. ('El 19 de marzo y el 2 de mayo', cap. XXVI). La admiración de José Padrón Machín, mi maestro de tantas cosas, por Galdós, le llevó a plagiar el título de sus memorias: "Memorias de otro desmemoriado", en las que expresa el mismo sentimiento español legado por Galdós: "Debo al ilustre maestro de nuestras letras el haber aprendido a amar a España y a conocer a sus hombres. Entiendo que todo hombre tiene dos patrias, la grande, España, y la chica, aquella donde se vio la luz primera. Trabajar por la patria chica es también hacerlo por la grande".

En El Imparcial del 13 de mayo de 1910, Galdós escribió: "Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado, admirable, que hay en la España política. [€] ¡Es por el socialismo por donde llega la aurora!" Pablo Iglesias escribe en 1899, en referencia al nacionalismo independentista y al federalismo: "Los obreros castellanos, los obreros de España, saben bien que en todas esas alharacas no hay una frase a favor de las clases oprimidas (€) sino miserables y egoístas intereses" (El Socialista, 20.10.1899). Fundó la UGT en el Congreso Obrero de Barcelona de 1888, pero trasladó su sede a Madrid para resaltar que era una organización obrera netamente española.

En noviembre de 1938, con ocasión del Consejo de Ministros celebrado en Pedralbes, Juan Negrín, presidente del Gobierno de la II República durante la guerra civil, ilustre científico, maestro de grandes maestros, afirmó, según refiere Julián Zugazagoitia: "No estoy haciendo la Guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. Estoy haciendo la guerra por España y para España, por su grandeza y para su grandeza. No hay más que una nación: ¡España! No se puede consentir esta sórdida y persistente campaña separatista y tiene que ser cortada de raíz si se quiere que yo siga dirigiendo la política del Gobierno, que es una política nacional. Nadie se interesa como yo por las peculiaridades de la tierra nativa. Amo entrañablemente todas las que se refieren a Canarias y no desprecio, sino que exalto las que poseen otras regiones, pero por encima de todas ellas está España. Quien estorbe esa política nacional debe ser desplazado de su puesto. De otro modo dejo el mío. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los desafueros de los de adentro". En otra ocasión le había dicho también a Julián Zugazagoitia: "Lo que no perdono a nadie [se refería a otros gobernantes republicanos] es su indiferencia por la suerte de España".

Frente a los que le criticaron su apoyo a la inclusión de España en el Plan Marshall, que hizo público en una serie de tres artículos publicados en el New York Herald Tribune los primeros días de abril de 1948, exclamó: "Contra el caudillismo todo, contra España nada". "El papel histórico de Juan Negrín se resume bajo el adjetivo y cualificación de patriota, en el sentido de sacrificarse, de esforzarse por contribuir al progreso económico, político, social y cultural de su país. Negrín fue un patriota en la paz, en la guerra y en el exilio, hasta su fallecimiento" (Ángel Viñas). Alfonso Guerra, el dirigente socialista que desde la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias reivindicó para España y para el PSOE la figura histórica de Juan Negrín, le ha dedicado al ilustre científico y estadista un capítulo, en su III libro de memorias, bajo el significativo título "De esbirro de Stalin a estadista y patriota".

Cuando en 1901 el catedrático socialista Fernando de los Ríos llega a Barcelona toma conciencia por primera vez del incipiente nacionalismo catalán, al que consideraba empobrecedor y perjudicial para Cataluña, y una "evolución regresiva" que marginaba los grandes temas europeos, y que, en lugar de aunar voluntades se proponía alejar de sí a los no nacionalistas. Ni siquiera su admirado Maragall, concluía don Fernando, "puede desconocer cuán estrecho es el cauce que ellos han abierto para que por él se deslice la vida la vida nacional, y cuán reñido está el nacionalismo con el espíritu moderno". El año 1932, Antonio Zugazagoitia, que fue, como lo han sido todos los socialistas, españoles antes que socialistas, dijo: "Español sobre todo, la República está subordinada a España. El izquierdismo español solo ha de querer el auge y la grandeza de nuestra patria. Al socialismo español solo le caben dos opciones, o bien pactar con el piojoso separatismo, sectario y reaccionario, o crear un grande y profunda conciencia española".

En el discurso pronunciado en Cuenca el 1 de mayo de 1936, Indalecio Prieto dijo lo siguiente: "A medida que la vida pasa por mí, yo, aunque internacionalista, me siento cada vez más profundamente español. Siento a España dentro de mi corazón y la llevo hasta en el tuétano mismo de mis huesos. Todas mis luchas, todos mis entusiasmos, todas mis energías, derrochadas con prodigalidad que quebrantó mi salud, los he consagrado a España. Mis dos grandes amores son el partido socialista y España, pero si alguna vez hubiera contradicción entre ellos, que no deseo se produzca nunca, elegiría los intereses de España". Largo Caballero, al finalizar la guerra civil, exclamó: "¡Y que nos hayamos embarcado con esta gente!", en referencia a los nacionalistas independentistas.

En sus memorias Cuando el tiempo nos alcanza, Alfonso Guerra ha escrito: "Daría media vida por proteger el derecho que tienen los nacionalistas a defender sus ideales, pero me reservo la otra media para poder combatirlos democráticamente", y recientemente ha recordado con evidencia que "el socialismo y nacionalismo son incompatibles". Felipe González, en el mitin socialista de apoyo a Patxi López en Barakaldo, en referencia a las aspiraciones soberanistas de Cataluña, afirmó con rotundidad que "no habrá independencia en ningún territorio, en ninguno", y que "plantear el escenario de la independencia estará llevando a la ciudadanía hacia una frustración peligrosa". El expresidente González criticó el "nacionalismo insolidario" que, a su juicio, "infecta a Europa desde el siglo XX" y sentenció que "el derecho a decidir se debe dar dentro de las reglas de juego que hemos pactado". Sostuvo que la actual situación de "emergencia" necesita de un pacto de Estado para "salir todos juntos".

Enrique Barón, uno de los ministros socialistas más inteligentes y preparados que he conocido, primer presidente español del Parlamento Europeo y, actualmente, presidente de la Unión de Europeístas y Federalistas de España, ha dicho recientemente: "El nacionalismo es una forma de pasión ciega que conduce a la sinrazón, y no es más que un anacronismo".

Pedro Sánchez, con el apoyo de Iceta -que considera a España contra toda evidencia histórica y constitucional "nación de naciones", como Podemos, que se ha alineado con lo que ha sido denominado, con acierto (Alfonso Guerra, Nicolás Sartorius y Félix Ovejero, entre otros intelectuales progresistas), "la deriva reaccionaria de la izquierda" -al haber propuesto y aprobado la Resolución del 39 Congreso del PSOE: "Proponemos una reforma constitucional federal, que mantenga la unidad del Estado, perfeccionando el carácter plurinacional del mismo" y, al humillarse indignamente ahora ante ERC, que no es de izquierdas sino independentista y sólo independentista (Francesc de Carreras) -unida a la derecha reaccionaria corrupta e independentista del racista Torra-, cediéndole en todo lo que le pide para lograr un gobierno inviable, ha traicionado la tradición profundamente española del PSOE. Cumplo con mi deber de veterano socialista criticando a la dirección del PSOE, al que siempre he profesado una lealtad no acrítica ni genuflexa, siguiendo el ejemplo del ilustre socialista, el catedrático de Derecho Penal Luis Jiménez de Asúa, ponente constitucional de la Constitución Republicana de 1932 y el más grande penalista de la Europa Contemporánea, fallecido en el exilio bonaerense: "El auténtico político no es el que pone su vela al viento de la opinión pública, sino el que es capaz de decirle al pueblo: No tienes razón".

Abogado. ex fiscal general del estado. Militante socialista