No entiendo muy bien cómo ha calado ese excurso sobre la pérdida de centralidad ideológica en el análisis de la crisis -solapada- de Coalición Canaria. Según esta interpretación CC se inclinaba por el PP o por el PSOE porque se mantenía en una posición de pragmatismo feroz y oportunista -es decir, propiamente político- hasta que todo se hundió porque Fernando Clavijo arrastró al partido y al Gobierno a posiciones claramente derechistas. No ha ocurrido nada de eso -y los números presupuestarios lo demuestran- pero resulta irrelevante. Históricamente el principal adversario político de Coalición ha sido el PSOE: el proyecto político coalicionero nace, precisamente, de una curiosa moción de censura en el que una parte sustancial de la mayoría parlamentaria tumba a su presidente, el socialista Jerónimo Saavedra. CC es una fuerza política nacida desde el poder y diseñada para no salir del poder. Manuel Hermoso gobernó (desde 1995) con el PP, que terminaría incorporándose al Gobierno. Al igual que Román Rodríguez, el único presidente nacionalista que ha sido objeto de una moción de censura del PSOE, con Juan Carlos Alemán como candidato. Alemán consideraba el Ejecutivo liderado por Rodríguez como "demasiado conservador y opaco y sin un proyecto claro para Canarias". Adán Martín también gobernó con el PP dos años, hasta que en mayo de 2005 expulsó a los conservadores del Gobierno "por boicotear sistemáticamente la colaboración necesaria con el Gobierno de Rodríguez Zapatero".

Paulino Rivero -que en su etapa de secretario general de ATI asumió la aniquilación municipal del PSOE de Tenerife como objetivo prioritario y casi lo consiguió- tuvo como vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda al propio José Manuel Soria, lo que jamás afectó a su ritmo cardiaco. Y si en su segunda legislatura (2011-2015) pactó con el PSOE no fue por un afán equilibrístico, sino porque las elecciones autonómicas las ganó el PP, y el pacto con los socialistas era la única manera de conservar la Presidencia y la mayoría del Ejecutivo, incluyendo la consejería de Economía y Hacienda e Infraestructuras y Obras Públicas. Desde el punto de vista de la cohesión social, las políticas más conservadoras y regresivas se dieron en Canarias entre 2009 y 2015, y no por la maldad intrínseca o las comezones ideológicas de los agentes políticos locales, sino por los brutales recortes presupuestarios impuestos por la recesión económica y los dictámenes de Bruselas.

La centralidad de CC en el ecosistema político canario es deudora de un sistema tripartidista -reforzado aunque no impuesto por el régimen electoral de 1996- en el que dos de las fuerzas (PSOE y PP) no podían llegar a acuerdos de gobernabilidad. Es fruto, igualmente, de la astucia táctica de Coalición y su incesante pragmatismo. Y por último, esa posición central y decisoria necesitaba evitar cambios en la normativa electoral y/o mantener o recuperar cierto nivel de apoyo en las urnas, un umbral bajo el cual no puedes seguir decidiendo tu socio gubernamental. La combinación de cambios sustanciales en el régimen electoral -en especial la bajada de los topes porcentuales y la constitución de una lista regional- y de una insuficiente recuperación de votos condujeron a la situación de mayo. Y la pésima gestión de los resultados -esa enloquecida espiral negociadora en Canarias y en Madrid- por parte de Clavijo y su troupe hicieron el resto.