No, José Miguel Barragán no ha dado ningún paso atrás en el proceso sucesorio en Coalición Canaria. Ha arrastrado el VII Congreso a mayo, contra la intención de Clavijo de un congreso exprés a finales de enero o principios de febrero para colgarse la púrpura enseguida y no dar tiempo a que las cosas se desmanden. Pero en ningún caso Barragán tenía el propósito de seguir al frente de la Secretaría General. Cabe un pequeño ejercicio de memoria. Hace casi tres años Barragán quiso dejar el cargo. Comenzó un largo y frustrante proceso para conseguir un sustituto. Un proceso que capitaneó el propio Clavijo. Se ofreció la secretaria general a varios dirigentes, incluido el herreño Narvay Quintero, quien lo rechazó nerviosamente. Nadie lo quería esa encomienda. Una breve explicación: ser secretario general de CC es una forma brillante de ser poca cosa políticamente. Es una figura imprescindible, pero no una figura de liderazgo. La estructura operativa de CC -en realidad siete organizaciones fuertemente controladas en sus respectivas islas que se rigen por un marco federal- no permite un secretario general que gobierne, ni siquiera un secretario general que influya. No es un secretario general homologable a su homónimo en el PSOE, en el PP o en Podemos. La labor del secretario general de Coalición -o antes de su presidente- es la de intermediar entre los intereses en liza entre las partes y el todo y de sofocar conflictos potenciales que afecten la cohesión interna o la eficacia electoral, en especial, a nivel municipal.

Sí, Mario Cabrera y David de la Hoz han hablado más o menos públicamente de la necesidad de redefinir el poder interno en Coalición Canaria. Pero eso no significa en absoluto (o todavía) que exista un eje Fuerteventura-Lanzarote que se oponga a las ambiciones de Fernando Clavijo. O más exactamente: pueden oponerse al imperioso deseo de Clavijo hacia la Secretaria General, pero no a que forme parte del comité ejecutivo, ni siquiera a que se decida formalmente en 2020 que sea el próximo candidato presidencial de CC. Rechazan la acumulación de cargos, pretensiones y expectativas y piensan que ya basta con la satelización tinerfeña. La Secretaria General debe estar en manos del sector oriental y debe propiciarse una aproximación inteligente a NC. Porque quizás sin NC será imposible volver a gobernar Canarias. Ni tampoco el Cabildo de Fuerteventura. Otra observación fácilmente comprobable: Cabrera, en un hipotético envite congresual, no cuenta hoy con toda la militancia majorera, y David de la Hoz apenas cuenta consigo mismo.

Sí, Fernando Clavijo quiere la Secretaria General, porque necesita una plataforma partidista de la que ahora carece. Dicho lacónicamente: hoy Clavijo no es nadie en Coalición. Por eso Pablo Rodríguez debe invitarlo a la reunión de la dirección de CC en Gran Canaria. Para reforzar su figura y disponer de una pista de despegue en sus ambiciones presidenciales Clavijo debe poder hablar en nombre de CC. Curiosamente son pocos -en Tenerife muy pocos- los que se sienten al borde del abismo al pensar en un secretario general con un riesgo altísimo de ser procesado por el Tribunal Supremo y al que la Fiscalía Anticorrupción solicita que se le imputen la posible comisión de más delitos, como el de malversación de fondos públicos. Algunos proponen una presidencia simbólica -como la que ostentó Paulino Rivero con Barragán precisamente - pero Clavijo ni quiere oír a hablar de eso. El expresidente aprieta el acelerador. Aunque vengan curvas.