Cuando Humphrey Bogart se despidió de Ingrid Bergman las miradas se congelaron en la tristeza del amor perdido, en la maravillosa simpleza de un momento inolvidable en "Casablanca" . La historia del cine nos recuerda la mirada azul de Paul Newman en "Un largo y cálido verano", que nos demostró la fuerza del instante, del punto de partida de la escucha activa para decir tanto sin palabras. Existen miradas que se leen, que se sienten en segundos y nos descifran los vistazos conscientes e inconscientes. Miradas de todos los colores, de todas las razas y religiones, miradas dulces y amargas, al fin y al cabo, miradas. Sonrientes, que desvisten, seductoras, indiscretas, invasivas, dominantes; miradas de poder, íntimas y de complacencia. Miradas cautivadoras como las de Lauren Bacall y Ava Gardner expuesta en un escaparate de la Quinta Avenida de New York. Miradas desgarradoras en los ojos afganos de la niña inmortalizada por McCurry en el campo de refugiados de Nasir Bagh. Es el lenguaje de los ojos que ante una señal de interés nuestras pupilas se dilatan en la midriasis-,delatando nuestras intenciones. Es la anatomía de una mirada. Miradas que hablan y retienen el cambio de la sociedad, el avance de un nuevo tiempo que inmortalizó Rajoy oteando en los pasillos del Congreso a un chico joven y con rastasque representaba la democracia. Miradas con historia, prolongadas y recíprocas, como las de Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevel en la Conferencia de Yalta organizando el orden mundial. Miradas que nos convencen, que nos persuaden como las de Unamuno en la Universidad de Salamanca dirigiéndose a los fascistas de Millán-Astray. La mirada rasgada del migrante frente a la valla de Melilla en busca de una vida mejor; el lenguaje expresivo de la tierra prometida. Miradas oscuras, cargadas de odio en el rostro de aquellos que sulfuraban con el sufragio femenino, con cada palabra de Clara Campoamor. Miradas de alegría, de regocijo y de afición, miradas al gol de Iniesta en el Mundial de Sudáfrica que levantaron un país; miradas entre comunes, entre iguales, empatía visual, al fin y al cabo, humanidad. Miradas contemporáneas, llenas de hedonismo recalcitrante, de aversión y aborrecimiento, gestos ignominiosos impropios, antipatías que comprometieron el sentido común y la dignidad. Miradas cobardes que dinamitan la lucha contra la lacra de la violencia de género. Nadia Otmani, presidenta de la asociación de mujeres Al Amal y víctima de violencia de género, lo miró y le pidió respuestas. Sin contestación, sin acaparar el más mínimo gesto de consideración y atención. Así son las miradas de quienes extrañan los tiempos del tacón militar, de aquellos que sí quieren dividir España. Pero siempre existirán miradas de esperanza, aquellas que nos hacen creer en que la justicia y la igualdad no es una quimera. Miradas puras que nos dicen que sí, que es posible.

@luisfeblesc