La Conferencia sobre Cambio Climático (COP 25), organizada por Chile y que se celebra en Madrid, ha traído a la actualidad el cambio climático y sus consecuencias, que ya se observan sobre el planeta. Desde que los seres humanos pueblan la tierra han tratado de transformarla para cubrir sus necesidades, aumentando la presión sobre el medio ambiente, muy elevada desde que se inició la sociedad industrial. Disponer de los elementos vitales básicos -alimentos, agua y energía- para una población en aumento, provoca perturbaciones en las capas superiores de la atmósfera, que conllevan no solo alteraciones drásticas en el tiempo atmosférico, sino de los ecosistemas, la biodiversidad y la salud humana.

En las COP, como las celebradas anteriormente en Kioto y París, se suele llegar a un diagnóstico de la situación, que no se traduce en medidas a aplicar, debido a su complejidad y diversidad de intereses. Las COP son un lugar para las relaciones públicas de políticos y periodistas. Estos encuentros van acompañados de manifestaciones populistas, y en esta ocasión el personaje estrella es una adolescente: Greta Thunberg, que de forma un tanto estrambótica parece que llegará a la conferencia de Madrid. Algunas instituciones ya se han ofrecido a su traslado en coche eléctrico, para evitar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) (sin considerar que la electricidad para cargar las baterías quizá proceda de combustibles fósiles).

Es triste que se haga populismo utilizando a menores, en vez de enviarlos a la escuela (y a veces incitando a la huelga a los que van), lo que puede conducir a que su futuro sea muy incierto. Sorprende que un país ponderado como Suecia, de gran nivel científico-técnico, no haya intervenido en contra de esa manipulación de una de sus ciudadanas. Quizá sea por respeto a la libertad de pensamiento, como reza el moto del Auditorio de la Universidad de Uppsala ( Tänka fritt är stort men tänka rätt är större: Pensar libremente es genial, pero pensar correctamente es mejor). Y, en este caso, habría que pensar y hacer correctamente.

Capa de ozono y gases de efecto invernadero. La temperatura de la atmósfera permanece casi constante entre 10-20 km desde la superficie de la tierra. A partir de esa altura se encuentra la capa de ozono (O3) una molécula que se forma por acción de la radiación ultravioleta (UV) del sol sobre moléculas de oxígeno, que se descomponen y forman ozono en una reacción posterior. El ozono absorbe la radiación UV evitando que llegue a la superficie de la tierra con efectos nocivos para plantas y animales. Entre los gases más perjudiciales para la capa de ozono están los compuestos clorofluorados (CFC) (presentes en aerosoles, refrigerantes y sprays). Estos compuestos se descomponen por la radiación UV y los átomos de cloro actúan de catalizadores en la descomposición del O3. Desde hace más de un siglo se hacen estudios sobre los agujeros de la capa de ozono, ya relevantes en los años 1970, del Dr. Gérard Mégie (del CNRS de Francia). A raíz de la alarma causada por los resultados de esos estudios se suprimieron un buen número de CFC en productos domésticos e industriales.

La radiación infrarroja (IR) del sol se refleja parcialmente sobre la superficie terrestre hacia el espacio exterior. En su camino se encuentra con una capa de gases, que absorben parte de esa radiación y que hacen el efecto de una "manta" que cubre la Tierra. Se les denomina gases de efecto invernadero (GEI), y gracias a los mismos la temperatura del globo viene a ser de unos 15 °C, en vez de los -20 °C en ausencia de los GEI. Los GEI son muy variados, pero el más conocido es el CO2 cuyo aumento se debe a procesos de combustión y a la deforestación. Otros son más nocivos tomando como base el CO2: Metano (CH4, 23) que procede de procesos de fermentación anaerobia, como vertederos de basuras y explotaciones ganaderas; óxidos de nitrógeno (NOx,270) de los fertilizantes empleados en agricultura; los CFC (15 000) ya citados al tratar del ozono, y el vapor de agua debido a las temperaturas elevadas. El aumento exponencial de estos compuestos se debe sobre todo al mayor consumo de combustibles fósiles en la producción de energía y en locomoción, y al cierre de muchas plantas nucleares (que son las que no emiten CO2).

Las variaciones en la capa de ozono y los GEI afectan grandemente al cambio climático. Ya en 2015 un grupo de 36 premios Nobel firmaron una declaración sobre la necesidad urgente de tomar medidas sobre el cambio climático, pero nadie les ha prestado atención. Quizá les faltó una "puesta en escena" a lo Robin Hood, mucho más populista.

Energía y cambio climático. Es conocido que la eficacia de transformación de un combustible en electricidad o en potencia motriz, no llega a ser superior al 30% y difícilmente se podrá mejorar, generándose además cantidades elevadas de efluentes. Las energías renovables tienen aún un alcance limitado, si bien son de esperar grandes avances en energía solar. Así pues, si no se resuelve el problema energético, el cambio climático y sus desastres seguirán estando presentes.

Pero hay fuentes energéticas a las que no se ha prestado suficiente atención: las basuras no reciclables. Es obvio que una buena parte de los residuos urbanos no es reciclable y la alternativa más viable es la incineración. En España se producen unos 23 millones de toneladas anuales de residuos urbanos, de los cuales solo se incinera aproximadamente un 10%, el resto va a vertederos, que están prácticamente abolidos en la UE. Los países de la UE que más reciclan son los que disponen de un mayor número de incineradoras, que suministran electricidad y calor a la industria y a la población. Un ejemplo es el proyecto Greener steam en la ciudad de Rotterdam, que proporciona vapor de agua a partir de la incineración de basuras, con lo que pretende reducir las emisiones de CO2 en un 50% en el año 2025, respecto a las de 1990. Desde su puesta en funcionamiento el ahorro es de 15 millones de metros cúbicos de gas natural por año (combustible fósil, que se importa sobre todo de Rusia). El aprovechamiento de recursos energéticos en vez de enterrarlos en vertederos (con emisiones de metano, 23 veces más potentes que el CO2), es la línea que se sigue en la UE, con lo que ahorra en la factura de combustibles y se genera actividad en empresas electromecánicas, que adquieren experiencia en la construcción de incineradoras. El vicepresidente de la UE, Frans Timmermans, afirmó que trash is cash (la basura es dinero), y aunque la frase no es original, no le falta razón. Los países que no acaban de entenderlo vivirán en un modelo utópico, en el que a través de subvenciones no se crearán puestos de trabajo y por su escaso desarrollo tecnológico serán los que más contribuyan al progresivo cambio climático. En febrero del año 2009, el premio Nobel de Física (1997), Dr. Steven Chu (secretario de Energía del presidente Obama), declaraba al New York Times: "Si perdemos la guerra contra el cáncer, la vida dentro de 50 años será más o menos lo mismo, pero si perdemos la guerra de la energía, la vida dentro de 50 años será muy diferente".