En realidad Francisco Moreno ya fue administrador único en RadioTelevisión Canaria. En aquellos lejanos tiempos, al principios del siglo, y según la legislación vigente, el director general de RTVC era, al mismo tiempo, administrador único de la compañía mercantil Televisión Pública de Canarias SA, sociedad instrumental del canal autonómico. Y lo que tenía su importancia: el máximo responsable de los medios públicos podía elegir percibir las remuneraciones del director general o las del administrador único. Creo recordar que todos los que ocuparon el cargo -incluido Moreno -- eligieron la segunda opción, porque la primera significaba el salario de un director general de andar por casa, mientras que la segunda superaba en 2001 los 90.000 euros anuales.

Ayer Paco Moreno compareció en la comisión parlamentaria de control de la RTVC por primera vez como todavía flamante administrador único. Su intervención fue precisa, correcta, informada y un tanto dramática: un discurso realista que se debe agradecer. Provoca cierta tranquilidad escuchar un diagnóstico por quien, por su capacidad y experiencia, sabe hacerlo. Pero poco a poco su relato tomó vericuetos extraños. El principal fue solicitar a los diputados - y a las fuerzas políticas que representan - modificaciones en la ley de presupuestos generales de la Comunidad autónoma de Canarias para 2020 que le permitieran "sentar las bases de una estructura moderna y profesional". Sobre la designación de Moreno -e inevitablemente sobre esta comisión - siempre flota y chorrea en el aire la misma pregunta: ¿por qué no se le nombró director general de la RTV, si ya existe una normativa, y los partidos que apoyan al Gobierno disponen de una amplia mayoría en la Cámara? ¿Por qué el Ejecutivo de Ángel Víctor Torres se empecina en abrir una nueva etapa de interinidad en la que continuará excluida - entre otras cosas - la voz de los periodistas de la tele y la radio públicas?

La segunda nota sorprendente de la intervención de Moreno fue la indefinición respecto al modelo de gestión de la radiotelevisión canaria. Todas las fuerzas parlamentarias, sin excepción, se han manifestado en contra de mantener el maltrecho modelo fundacional, con buenos criterios políticos y técnicos. Es ese modelo grotescamente público-privado el que ha envenenado las relaciones entre los medios de comunicación y ha llevado a la tele, en su progresiva degeneración operativa y en su borboteante deriva judicial, al borde del colapso. El interventor único, que afirmó que no venía solo a hacer cambios cosméticos, no dijo una palabra, paradójicamente, sobre el modelo de gestión, que será el marco que defina, precisamente, las reformas estructurales, organizativas y editoriales posibles o imprescindibles. Tampoco precisó el monto de su sueldo. Se lo preguntó Vidina Espino para gran indignación de NC y Podemos. Preguntarle el sueldo a un caballero. Menuda ordinariez.