Basta poner el calificativo "solidario" o "solidaria" para cambiar la valoración social de un evento. Si hacemos un Belén en un espacio común, aunque en sí mismo responda a la identidad cultural que habitamos socialmente, pueden levantarse voces afirmando su inconveniencia en el marco de una sociedad aconfesional o laica. Pero si le ponemos el calificativo resulta que un "Belén solidario" adquiere un nivel de aceptación sorprendente. Lo mismo ocurriría con una "carrera solidaria", una "feria solidaria" o, incluso, una "tele maratón solidario". Es digno sé ser valorado la riqueza social que adquiere el término solidaridad que modifica la sustentatividad de la realidad, sea solidaria o no lo sea, si se usa todo adquiere un valor extraordinario. El intangible "solidaridad" realza el valor de cualquier cosa.

Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos, en serio, solidaridad? La solidaridad es una verdadera y propia virtud moral, no un sentimiento superficial por los males de tantas per-sonas, cercanas o lejanas. Eso se llamaría "compasión". La solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse en el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos.

Cualquiera puede hacer filantropía o puede dar un trozo de pan o una moneda, pero la solidaridad es mucho más que un trozo de pan, una moneda o una prenda de vestir usada que se entrega a un pobre.

Los excluidos existe en nuestra sociedad y, según el Informe Foessa, en su versión severa han aumentado. Una solidaridad sana y adecuada no es proclamada solo en Navidad, sino siempre y en cualquier mes del año. Si es bueno hacerlo en Navidad es porque es bueno hacerlo en febrero, junio o septiembre de igual modo. Todo lo que no sea así le pondrá el nombre de "solidaridad" a lo que debe ser denominado de otra manera tanto por la verdad del lenguaje como por la dignidad del término solidaridad.

Aunque se llamara así, la solidaridad ni es un sindicato, ni una joya que decora la puntual compasión que despiertan algunos momentos de nuestra vida social. Proyectos solidarios son necesarios, no eventos. Itinerarios y proyectos. Porque la solidaridad se escribe con mayúsculas.