Por su destacado título de Primer Apóstol, san Andrés es, tras los notables Pedro -su hermano menor y primer Papa, según la tradición- y Pablo de Tarso, el nombre más culto y relevante de la Iglesia católica y, también, evangelizador en el área oriental del Imperio Romano y Primer Patriarca de Constantinopla. Fue discípulo de Juan el Bautista antes que de Jesús de Nazareth, que lo captó en el mar de Galilea y, entre otras obras, fue quien propició la multiplicación de los panes y los peces y asistió a la Última Cena; fue azotado por siete hombres y clavado en dos maderos cruzados y predicó durante dos días seguidos hasta su último aliento. Sus reliquias se repartieron entre las catedrales de su nombre en la griega Patras, donde murió, y la sureña Amalfi, en uno de los templos más bellos de Italia.

Su patronazgo alcanza a la totalidad de cinco naciones y un centenar de territorios y ciudades de Europa y América. Desde 1534 es titular de la Fundación Carlos de Amberes (Real Diputación de los Flamencos), radicada en Madrid y una de las entidades cívicas más antiguas del mundo. Figura como protector de pescadores y pescaderos, y de los gremios de fabricantes de cuerdas; pero sólo en Canarias aparece vinculado al vino y a los vinateros, además de contar con topónimos notables en la banda occidental, como el municipio palmero de San Andrés y Sauces, el barrio pesquero y de ocio al norte de Santa Cruz de Tenerife y el pintoresco caserío herreño de ese nombre, tradicionalmente vinculado a la ganadería.

Además de la jura de las pipas y la comida y parranda familiar y amistosa en el mundo rural, en la víspera y en el día, tres municipios tinerfeños -Icod de los Vinos, La Guancha y Puerto de la Cruz- cumplen con dos arraigados y concurridos regocijos; en los primeros, las Tablas desplazarán a gran velocidad a jóvenes, y menos jóvenes, por las empinadas calles de sus cascos urbanos; la prueba icodense discurre por las calles de San Antonio, Plano y Hércules; y en la guanchera se suma la dificultad de una vía en curva. En la ciudad turística, la atracción está en los Cacharros, arrastrados por chicos y grandes por el núcleo antiguo entre la bulla gozosa y el remate de la comida que incluye las castañas de temporada y, por supuesto, el vino de cualquier tiempo.