Hoy y mañana se celebran en la sede del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife unas jornadas sobre las prácticas restaurativas y su aplicación en distintos ámbitos (comunitaria, trabajo en aula con adolescentes, conflictos entre vecinos) organizadas por MEDIASCAN, Mediadores de Canarias, asociación a la que pertenezco, en colaboración con el propio ICATF y el Colegio Profesional de Educadores Sociales. Anna Vall, una de las expertas más reconocidas nacional e internacionalmente en la disciplina de la mediación, es la encargada de impartir este taller de veinte horas destinado a la acreditación de la formación continua que se exige a los mediadores en nuestro país. Será una oportunidad de oro para incrementar y consolidar nuestros conocimientos de cara a seguir desarrollando el proyecto de MEDIASCAN Mójate y Descúbrete, que hasta ahora hemos llevado a cabo con gran éxito en varios institutos de La Laguna. El hecho de favorecer la comunicación entre los jóvenes y enseñarles a resolver sus desencuentros de un modo pacífico a través de los denominados "círculos restaurativos" es una de las experiencias más apasionantes que puede vivir un mediador, máxime tras constatar unos resultados tan positivos entre el alumnado.

Supondrá, asimismo, otra magnífica ocasión de continuar promoviendo la figura de la mediación como vía alternativa de resolución de conflictos en las más diversas esferas de aplicación (civil, familiar, laboral, mercantil, penal y escolar, entre otras) en la que las partes, de forma voluntaria y con la ayuda de un tercero imparcial, se implican en un diálogo orientado a buscar soluciones y respuestas compartidas. Se trata de un procedimiento eficiente y susceptible de realizarse en poco tiempo de forma positiva, distinguiéndose además por su vocación de perdurabilidad. Partiendo de la base de que la paz es una necesidad básica de los seres humanos, se alza como la apuesta por el acuerdo frente a la confrontación con miras a evitar la judicialización de los asuntos.

Sin embargo, por más que algunas personas (entre las que me incluyo) llevamos muchos años dedicadas a su difusión, su principal punto débil continúa radicando en que apenas se conoce, pese a que sus ventajas no ofrecen lugar a dudas: eficacia, eficiencia, ahorro de tiempo y dinero, beneficio para todos los intervinientes y flexibilidad en el formato. La misión del mediador va dirigida a facilitar un acuerdo que sea favorable para todos. De su figura depende, en muchas ocasiones, que se aminore la hostilidad recíproca o unilateral existente, pasando de la confrontación a la colaboración. Incluso cuando ese desencuentro tiene naturaleza penal, el proceso adquiere unos matices propios que lo diferencian del resto puesto que, ante el fracaso del ideal rehabilitador, se pone de manifiesto la necesidad de encontrar otro tipo de respuestas más útiles frente al delito.

En este sentido, el paradigma de la justicia restaurativa focaliza su interés, no tanto en el hecho delictivo ya pasado, sino en su repercusión de cara al futuro, a fin de restaurar las relaciones interpersonales y sociales para, en adelante, "hacer las cosas bien". No consiste tanto en pagar el daño con más daño, sino en compensarlo con una acción que satisfaga a la víctima y repare la imagen del victimario, contribuyendo de ese modo a su reintegración real en la sociedad. Actualmente, tanto en Europa como en Estados Unidos, Australia y Canadá predomina una potente corriente que propugna la integración de la justicia restaurativa en el marco del sistema penal y que estudia los métodos más eficaces para aunar lo mejor de ambos sistemas en beneficio de una ciudadanía más pacífica y segura, tendencia que toma cuerpo en los grandes foros y encuentros internacionales. En definitiva, apostar por la convivencia social en ámbitos como el comunitario, el vecinal y el escolar es un reto que, desde la formación continua, afrontamos con esa clase de entusiasmo que solo puede nacer de la convicción.