Mark Twain decía: “Guarda la tristeza para ti mismo y comparte la felicidad con los demás”. Este ejercicio es el que, sin pretenderlo, obligamos a que nuestros directivos, cargos públicos, candidatos y candidatas desarrollen en el ejercicio de su liderazgo empresarial y político. Parece que es lo acordado. ¿No os parece? Es esa sensación que en ocasiones nos impone nuestro propio cargo, la creencia de que ese es nuestro papel; y realmente es así, la responsabilidad en el ejercicio de nuestro liderazgo nos obliga a potenciar la adecuada gestión de la tristeza.

Y a día de hoy nos preguntamos si la tristeza aparece porque nos sentimos solos, o sencillamente es la tristeza la que nos aísla.

Os invito a familiarizaros con ella. Es una de las emociones más básicas del ser humano, y curiosamente nuestro cerebro está preparado para enfrentarse a esta emoción más que a ninguna otra. Es esa sensación que nos invade, que nos embarga por infinitos motivos, nos apaga e inconscientemente nos lleva hacia nosotros; esa reacción ante una situación adversa, contraria, inesperada, incluso a veces nos sorprende y surge tras grandes alegrías cuya dimensión resulta excesiva para que la persona pueda vivirlo y gestionarlo emocionalmente con cierto equilibrio, tras esos grandes éxitos que llegan tras una larga carrera de incertidumbre y retos. Tras los grandes periodos de superación, parece que a veces nos aparece sentados en nuestros despachos cuando ya hemos llegado a la cima, cuando dejamos al equipo celebrando el éxito y cogemos nuestro coche para volver a casa, en nuestra intimidad, cuando mantenemos ese dialogo interior… en la noche de un triunfo electoral…

En ese constante ejercicio de nuestro liderazgo la tristeza baila con la ira, y en ocasiones con la rabia, mediatizado por la capacidad que nosotros tenemos para modificar esa situación, a menor posibilidad de cambio modulamos hacia la tristeza.

¿Por que está triste el líder?

La decisión invade el ámbito empresarial y político constantemente. Todas las investigaciones publicadas, y algunas en las que he participado más de cerca, nos llevan a identificar la presencia del sentimiento de soledad unida al momento de la toma de decisión; es el momento clave, es el actor principal.

Nuestros directivos y cargos públicos se enfrentan en soledad a la “toma de decisión última”, a la disyuntiva de cuál tomar y de las repercusiones que ello conllevará para el proyecto. Una función que siempre es analizada y cuestionada por terceros, donde estamos en esa constante valoración y espacio crítico que tenemos que lidiar.

Hay otros momentos de soledad unidos al abandono del equipo, esa sensación de no sentirse seguido, o valorar que tu liderazgo está en un plano de respeto a la autoridad y no al de la reputación conquistada.

Este análisis individual lo recomiendo para definir la realidad en la que nos encontramos; es muy positivo para el ejercicio de nuestro liderazgo, nos permite definir el foco de nuestra soledad y así poder gestionarla desde la soledad necesaria o desde la soledad impuesta que normalmente va limitándonos en perspectiva y visión a medio plazo.

Mis 10 antídotos de tristeza y liderazgo:

1 Acéptala sabiendo que es algo pasajero. Gestionar la tristeza y no evitarla; ella nos permite aprender de lo que hemos vivido; es su principal valor.

2 Utilizarla como un momento de lucidez para el procesamiento de la información, somos menos energéticos, lo que lleva a realizar análisis exhaustivos. Cuando estamos tristes nos volvemos más racionales y escépticos, lo que nos lleva a un ejercicio de búsqueda exhaustiva de información procedente del entorno. Por el contrario, cuando nos sentimos satisfechos nuestras decisiones tienen una base experiencial y de aprendizaje, y tendemos a buscar menos alternativas posibles.

3 No juzgues la forma en la que te sientes.

4 Cuida tu aspecto aún más, mucho más.

5 No te encierres, sal de tu rutina.

6 Redirige tu atención a lo que sí es importante, a lo que sí quieres.

7 Aprovecha tu empatía y la serenidad que te aporta la tristeza para iniciar el cambio a tu satisfacción…

8 Aviva tus pasiones.

9 Muévete, un pequeño paso no te lleva a donde quieres llegar y, sin embargo, sí te mueve de donde estás…

10 Confía en el poder de la música. ¡Remueve tus emociones!

Leía de pequeña un cuento infantil que contaba que “no podemos evitar que los pájaros de la tristeza sobrevuelen nuestras cabezas, pero sí podemos impedir que aniden en nuestros cabellos”; sé consciente para reconocerla, manejarla y que esté presente en ti de una forma transitoria, que tenga fecha de caducidad. Aunque vuelva, siempre será por espacios cortos, porque ella solo revoloteará en ti el tiempo justo para que te haga ver todos los placeres de tu vida, te haga ver tu pasión.