En cada una de nuestras células tenemos una máquina molecular conocida como ribosoma. Su misión es fabricar proteínas a partir de la información contenida en el mensaje genético. Pero el ribosoma no lee el mensaje genético directamente del ADN, sino a través de un intermediario, el ARN mensajero, la molécula a la que Severo Ochoa dedicó gran parte de su vida y que le valió el Nobel.

Otra máquina molecular, la ARN polimerasa, es la encargada de copiar en el ARN información contenida en el ADN, lo que se conoce como transcripción genética. Un grupo de científicos ha conseguido por primera vez "filmar" este proceso de transcripción genética que ocurre en el interior de nuestras células. La herramienta utilizada para esta filmación ha sido bautizada como nanoscopio.