Y es que muchas veces confundimos los términos amor con apego, cuando la gran diferencia es que uno es sano y el otro dañino, enfermizo, peligroso y generador de un desgaste emocional importante.

Todos hemos sentido amor por alguien. Ese vínculo profundo y sincero por alguien con quien nos apetece compartir tiempo y cuidarlo como un tesoro. Puede ser una pareja, un familiar, una amistad. Pero el amor tiene sus matices. Hay vínculos que pueden mantenerse en el tiempo por costumbre, por miedo, o por dependencia emocional. Y eso, a fin de cuentas, deja de ser amor. Apego es el nombre de esa relación que se sostiene solo por miedo y costumbre. Cuando hablamos de apego, hablamos de necesidad, de una vinculación obsesiva, de dependencia, de enganche: "no puedo vivir sin ti", "mi vida no tiene sentido sin ti".

En la relación de apego quieres a una persona para que te haga feliz. Necesitas que alguien llene tus vacíos o cubra tus carencias. Si no lo hace, vives con mucho sufrimiento, pero motivado por la sensación de dependencia (enganche emocional), te ves incapaz de romper la relación a pesar de tratarse de una relación que resta y no suma. En este tipo de relaciones no hay libertad, sino dependencia, esclavitud. "Ni contigo ni sin ti".

Dicen que el amor es ciego, pero lo que realmente es ciego no es el amor, sino el apego. Relaciones con comportamiento poco saludables como "el pacto de exclusividad" entre la pareja. Solo ellos, el resto sobra ya sea vida social, amistades, aficiones, incluso en muchos casos hasta la familia. Vivir únicamente el uno para el otro es lo que este tipo de relación considera amor. Se pone la relación por encima de todo, incluso de uno mismo. Relaciones donde uno pierde su identidad. Relaciones que se viven en un continuo estado de alerta, ya que el miedo al abandono es una característica de todas estas. No se trata de un "no querer" perder a otra persona, sino de llevar a cabo una serie de comportamientos para evitar cualquier posible amenaza. Amenazas no reales que solo existen en la cabeza.

En las rupturas de una persona con dependencia emocional podemos hablar de un "síndrome de abstinencia" semejante al síndrome de las drogas. Tu pareja se ha convertido en una adicción. Por un lado crea:

1. Dependencia: aparece la sensación de no ser capaz de vivir sin la otra persona.

2. Tolerancia: sienten insatisfacción. Todo parece poco y siempre se quiere más.

3. Abstinencia: cuando la relación se acaba, el organismo se desorganiza y sufre. Es un golpe psicológico brutal que afecta a todos los campos de la vida perdiendo el sentido y sobrepasando el límite del dolor "lógico". Problemas de sueño, de concentración, depresión, crisis de ansiedad, pensamientos obsesivos, etc.

Sin embargo, cuando hablamos de amor, no buscamos que alguien nos dé lo que ni nosotros sabemos darnos. El objetivo no es ser feliz, sino ser más feliz de lo que uno es y, sobre todo, lograr que tu pareja también lo sea. Donde hay amor no hay dependencia. Amar por elección y no por necesidad. Relaciones donde compartes con otro en lugar de exigir o esperar que la otra persona sea lo que uno quiere. En este tipo de relaciones hay libertad como un sentimiento que nace de corazón. Relaciones caracterizadas por el respeto, deseo/pasión y amistad. Amor donde cada uno aprende del otro y a la vez mantiene su esencia, su personalidad, ideales y valores. Amor siendo libres y dueños de sus propios actos. Compromiso sin esclavitud y sin coacciones, permitiendo que cada uno siga con su crecimiento personal. Relación emancipada y mantenida por el deseo de ambos de permanecer juntos por el bienestar alcanzado, y no por el miedo a la soledad.

Y es que somos responsables de nuestra felicidad afectiva.

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