Dos axiomas encadenados: una patria no lo es si no es de todos, y para que sea de todos no puede ser de nadie en particular. Una práctica: el zurcido, uniendo piezas que den sentido a ese todos. Un estado óptimo para un Estado: el equilibrio, siempre inestable. Bien, de una década acá, España ha sufrido dos grandes desgarrones a causa de la crisis económica y sus recortes, el social (ahí nace Podemos) y el territorial (provocado por el secesionismo). Ahora hay cierta posibilidad de volver a unir las piezas; aunque sea de modo provisional y con hilvanes, toda sutura empieza así. Es una operación patriótica como pocas, pero hace falta, para que sea viable, darle unos mínimos de confianza. ¿Sería demasiado pedir a la derecha patriótica (política y mediática) que bajara los cañones un tiempo, para dejar hacer, ver si las heridas cierran y volvemos a montar algo parecido a una patria?