Román Rodríguez y José Miguel Barragán ofrecieron ayer una rueda de prensa conjunta para exigir que el nuevo Gobierno que se intenta formar tras el acuerdo entre el PSOE y Podemos cumpla con los derechos reconocidos de las Islas. Básicamente, los que se establecen en el REF y el Estatuto, más los recogidos por los presupuestos y los acuerdos con el Gobierno de la Nación. Rodríguez, en su doble función de líder nacionalista y consejero de Hacienda, insistió también en la modificación de la Ley de Estabilidad, de tal forma que se permita a las regiones utilizar los excedentes ociosos en los bancos.

La rueda de prensa, celebrada en el Parlamento, resultó en cierto sentido un ejercicio de esquizofrenia. Lo propio, habría sido que la hubieran ofrecido los diputados electos por Coalición Canaria/Nueva Canarias, Ana Oramas y Pedro Quevedo, tal y como se había anunciado. Pero al final, se decidió darle un rango más partidario al encuentro, y quienes intervinieron en él fueron el secretario general de Coalición, y el vicepresidente del Gobierno y líder de Nueva Canarias. Escuchar al vicepresidente de Ángel Víctor Torres cuestionar las políticas con Canarias del Gobierno del PSOE, resultaba ayer menos chocante de lo que habría sido hace unos meses, cuando se formaba el pacto de las flores.

Román Rodríguez es probablemente el político con más experiencia (y habilidad) de los que hoy pastan en la sede de la antigua sociedad musical Santa Cecilia, en la calle Teobaldo Power. Rodríguez no suele dar puntada sin hilo, ni habanarse cuando hace frío. Sus movimientos de estos últimos días están siendo extraordinariamente cuidadosos, y su complicidad -real o impostada- con José Miguel Barragán es una señal clara. En la comisión de presupuestos del pasado martes, ambos protagonizaron un lance pícaro: Rodríguez había asegurado que no tenía intención de volver a la oposición en esta legislatura, algo que fue muy celebrado como muestra de coherencia y lealtad a las flores por Manuel Marrero, diputado de Podemos. Después intervino Barragán para aclarar que "Román ha dicho que él no piensa volver a la oposición, no que Podemos no vuelva".

La broma fue celebrada con unas risas, pero lo cierto es que encierra una de las claves de la comparecencia del vicepresidente en la rueda de prensa del nacionalismo canario. Porque es un secreto a voces que Rodríguez quiere volver a ser mandamás del Gobierno, como lo es que tal opción sólo resulta viable en un acuerdo entre el PP y Coalición, que convierta a Rodríguez en presidente. Tanto en Coalición como en el PP hay cierto consenso en que esa es la única posibilidad de pillar cacho antes de que termine la legislatura, y es evidente que Rodríguez sabe que para él esa es también la única posibilidad de volver a la Presidencia. El discurso que podría justificar ante los suyos una ruptura del pacto de izquierdas, consiste en culpar al Gobierno de Madrid de desatender los asuntos canarios, en una operación política muy similar a la que los nacionalistas le montaron a Jerónimo Saavedra en 1993, y que dio lugar al nacimiento de Coalición Canaria y a su exitoso viaje de 25 años ininterrumpidos paseando por las moquetas de las Islas, unas veces de la mano del PP, y otras de la del PSOE.

Ayer, Rodríguez hizo su primera aparición con el único discurso que podría legitimar un bandazo suyo a la derecha. En el PSOE empieza a oler a cuerno quemado.