Lo vi hace días. Pero la actualidad política me impidió escribirlo. Esto les llegará más adentro que el acuerdo de Sánchez e Iglesias para gobernar, asunto imposible hace meses y ahora con el líder de Podemos de vicepresidente. Cinco meses sin acuerdo y ahora, en 24 horas, lo tenemos, y esperando por nacionalistas, independentistas y los que tienen que abstenerse. En fin... pero miren, la soledad es muy fea. Vi a un señor en una cafetería, solo en una esquina, y entre una cerveza y papas fritas, besaba y abrazaba a todo el que llegaba.

Violento para alguno de los recién llegados que no le conocían. Eso de un achuchón no gusta a todos. Pero es que la soledad es muy fea. Luego me contaron: solo en casa, sin familia, una pobre pensión de jubilado y, sobre todo, esa insoportable sensación de llegar a casa y estar devorado por el silencio espantoso. Ese silencio que ni la tele puede tapar. El silencio de la soledad. El hombre solo buscaba cariño. Sin mal rollo.

Encontrar un ratito de calor, de eso que llaman hogar. Luego bajó por la calle, rumbo a la soledad, mirando atrás. Creo que me he puesto dramático, pero me imagino que es el drama que sufren muchas personas, con lo cual no es solo un drama, es un gran problema. Pero bueno, ese importa poco, ahora toca el carnaval político de pactos que tenemos encima. Lo otro, ¿a quién le importa?