Como madre, considero que el uso del chupete es muy socorrido, para apaciguar un llanto cuando el niño tiene hambre, nos ayuda a conciliar el sueño, calma en la salida de los dientes y además previene la muerte súbita del lactante.

Tenemos un sinfín de diseños de chupetes, los eliges en la farmacia por el color o el dibujo que te guste, o la chupa que te regalan con su nombre, o que pone mamá molona, sin prestar especial atención a su diseño. Le daremos a elegir al bebé, que acaba de nacer, que el elija el que más le guste. Esto que parece una aberración, es lo que ocurre en la mayoría de los casos.

Los padres tienen una responsabilidad directa sobre la salud y hábitos de su hijo. Deben informarse sobre los diferentes modelos. Hoy en día, el modelo recomendado por la Asociación Española de Odontopediatría es el chupete con forma anatómica. A diferencia del que tiene forma de gota, la parte inferior de este chupete es plana, y esto nos permitirá colocar la lengua en una posición más elevada. Además, cuanto más fina sea la parte del anclaje, donde se apoyan los dientes, menor consecuencias tendremos.

En ocasiones, me he encontrado a niños que le dan la vuelta al chupete, y los padres responden: "es que le gusta así". Cuando veas que tu hijo hace eso, ¡dale la vuelta! Si el niño le da la vuelta al chupete, la parte más abultada quedará hacia abajo, empujando la lengua a una posición más baja, creando maloclusiones en los dientes de nuestro hijo.

El uso del chupete no se debe de iniciar hasta que la lactancia no este establecida, sobre las 3-4 semanas de su nacimiento. A la hora de eliminarlo, en muchos casos supone un auténtico reto, y algunos padres lo van dejando, hasta el punto de que nos encontramos con problemas en un futuro.

Como todo hábito, tendrá mas importancia la duración del mismo que el hábito en sí. El chupete se debe de ofrecer de manera discontinua para la noche, la siesta o calmar alguna rabieta, pero no de forma continua y constante, que además contribuirá a que la retirada sea más dificultosa.

Como truco, está el entregarlo a los Reyes Magos, dárselo a algún bebé que lo necesite, o el que para mi gusto mejor funciona, es cortarlo (sin que se de cuenta que hemos sido nosotros, y guardándonos uno por lo que pueda pasar). Ya he advertido que este proceso es todo un reto, pero más para los padres que para los niños. Una vez roto se lo podemos dejar, incluso durante semanas. Al no hacer vacío, y entrarle la saliva dentro, deja de tener ese efecto calmante y saciador, y será el mismo niño el que lo abandone.

Si eliminamos el chupete antes de los 3 años no tendremos ninguna secuela en los dientes, o en la boca de nuestro hijo. La edad ideal para retirar este hábito y que nos resulte más fácil es a partir de los 2 años, ya que aunque existan mil chupas en casa, si están todas rotas, no será consciente para pedirnos comprar otra.

En cuanto a los materiales, el látex es una material más natural, pero se deteriora con más facilidad, y es menos higiénico, por lo que lo ideal, son los de silicona, pero esto no tiene más importancia.

En resumen, y para ponerlo fácil, el chupete ideal será aquel que tenga forma anatómica, una zona de anclaje estrecha, y cuanto menos tiempo se lleve mejor.

*Odontopediatra

clinicaplasenciacalvillo.com