¿Hasta cuándo tendremos que aguantar el obsesivo discurso de nuestra derecha según el cual el socialismo equivale -Pablo Casado dixit- al "reparto equitativo de la miseria"?

No deberíamos responder inmediatamente a quienes eso afirman que el capitalismo que ellos, por el contrario, defienden es el triunfo del egoísmo más absoluto, la ley del más fuerte, la ley de la selva.

¿Por qué ha permitido la izquierda socialdemócrata que un partido de ultraderecha le usurpara, al igual que ocurre en otras partes, el papel de defensa de los más débiles cuando todo el mundo sabe que es sólo un lobo vestido de oveja?

¿Por qué parece haberse convertido últimamente el PSOE de Pedro Sánchez, acosado por el conflicto catalán y acomplejado por los ataques de la derecha ultranacionalista, sólo en el partido de la ley y el orden?

¿Por qué cuando la derecha y sus corifeos mediáticos acusan a la izquierda de estar únicamente empeñada en subir los impuestos no se les responde que es gracias a los mismos como ha podido sostenerse el estado del bienestar, que a todos beneficia y que se da con demasiada facilidad por sentado?

¿Por qué no se les replica que el problema es más bien otro: la tremenda injusticia distributiva y las trampas de un sistema fiscal que permite desgravar a quienes más tienen mientras acribilla a los que viven sólo de su trabajo?

¿Por qué no se habla mucho más de la urgencia de combatir la evasión de impuestos y luchar contra los paraísos fiscales adonde va mucho de ese dinero, que podría servir para mejorar la educación, la sanidad o las infraestructuras además de contribuir a la creación de empleo?

¿No es significativo que ni la derecha ni la ultraderecha denuncien tal estado de cosas y se empeñen, por el contrario, en fomentar la lucha de los débiles contra los más débiles, sobre todo los inmigrantes, a los que culpan de poner en peligro las conquistas del estado de bienestar?

¿Por qué apenas se critica la hipocresía de que sea precisamente en lugares donde se recurre a la inmigración para realizar tareas que no quieren llevar a cabo los nacionales donde sube precisamente el voto xenófobo de la ultraderecha?

¿Y por qué, habiendo tenido la posibilidad de formar un gobierno de izquierdas, se prefirió convocar nuevas elecciones, dando así una nueva oportunidad a un partido nostálgico del franquismo y al que no parece hacer demasiado ascos el llamado centroderecha cuando se trata de gobernar? Son todas preguntas que requieren alguna respuesta.