"Los 40 son la edad madura de la juventud. Los 50 suponen la

juventud de la edad madura".

Víctor Hugo

La vida pasa, sí, y tanto. Enfrascado en tú día a día, en tu rutina y en las miles de cosas que debes hacer, en tu lucha, en salir adelante, gestionando todos los frentes que llevas y que han pasado ya a formar parte de ti. Has vivido muchas cosas y sabes que aún debes vivir más. Es todo muy mental, la cabeza va a mil y tu cuerpo, pobre, te acompaña. Llegó el verano y te tuviste que poner frente al espejo cuando te probabas el bañador, y de repente, mirándote frente a él, te miras y observas? piensas, ¿serán las luces del probador? ¿Es ese mi cuerpo? No haces caso y elegirás aquel que más te convenza, pero ya sales con algo más en la cabeza. Puede ser al día siguiente o unos meses más tarde cuando te vuelves a tropezar frente al espejo. Y es en ese instante, justo ahí, cuando de repente lo notas, y te preguntas de nuevo, ¿soy yo?, ¿qué le ha pasado a mi piel, a mi cara, y este cuello? Miras hacia abajo y observas tu pecho, tu abdomen, tus piernas, te das la vuelta y te miras el culo? pero ¿qué ha pasado? ¿se cayó todo de repente? Es como si, de un día para otro, vieras que la gravedad existe? sí, en ti. Para colmo, empiezas a recapacitar y te das cuenta de que ya no duermes igual, que te sientes más cansado cada día, que tu libido no es la misma y que las cosas te afectan de otra manera. Te das cuenta de que ya no son los efectos de la estación del otoño, ahora el otoño se ha instalado en tu cuerpo y en tu mente. Y entonces te dices, llegaron los cincuenta.

Siempre se oyó hablar de la famosa crisis de los 40, una crisis que está tan instalada en nuestra cultura que ya la vivimos como algo normal, pero crees que una vez superada y con los cambios que hiciste ya todo irá rodado. No pensaste que cuando llegases a los cincuenta sobrevendría otra. Cada decenio de nuestra vida va acompañado de un cambio, a los diez dejas de ser un niño, a los veinte te empiezas a sentir adulto, a los treinta sientes que ya deberías haber cumplido tus propósitos y a los cuarenta es el ahora o nunca. Todos esos cambios te acompañan con un cuerpo y unas hormonas que van en aumento, tienes energía y, sobre todo, ganas.

Pero, ¿qué es lo que nos ocurre a los cincuenta? Pues es sencillo, las hormonas que lo han regulado todo hasta entonces empiezan su retirada. Y se nota. Para entender un poco más debemos saber que el sistema hormonal regula absolutamente todo, el estado de ánimo, el metabolismo, el sexo, la piel, el sueño, la visión, los músculos, los huesos, etc. Y si ellas empiezan a estar menos presentes es evidente que nos afectará en todo ello, a todos, antes o después, de forma abrupta o de forma paulatina, pero todos antes o después sentiremos los efectos. Cada persona lo vivirá de forma diferente, pero hay rasgos comunes entre hombres y mujeres. Los hombres, por ejemplo, experimentarán poco a poco la disminución de la testosterona, y con ello la bajada del deseo sexual y de la función eréctil, lo que les acarreará diferentes problemas, bloqueos y necesidades, y estas tendrán diferentes consecuencias en la búsqueda de volver a sentir su virilidad, ya no se sienten igual y se preocupan. Algunos lo atribuirán a sus parejas, otros a ellos mismos, pero todos intentarán cualquier cosa que los haga sentirse como antes. Además observarán la sequedad del cabello y piel, aumento de la grasa corporal y de la sudoración, debilidad muscular e insomnio, mayor irritabilidad, ansiedad o depresión. Las mujeres vivirán la premenopausia o quizás ya algunas la menopausia, donde el descenso de los estrógenos, la testosterona y la progesterona de forma abrupta hará que sientan múltiples síntomas tanto físicos como psíquicos, descenso de la libido o dificultad para llegar al orgasmo, sequedad vaginal, ausencia del periodo de forma irregular, sofocos, dolores de cabeza, irritabilidad, insomnio, sensibilidad, llanto fácil, dolor de mamas, aumento de peso, ansiedad, depresión, pérdida de densidad ósea, de masa muscular y flacidez en la piel. Un buen cóctel, ¿no?

Si observamos a ambos sexos, nos damos cuenta de que a ambos lo que les van a generar los cincuenta es mucha inseguridad, tanto a nivel psíquico como físico, ya no se sienten igual ni tienen la misma fuerza mental o física, y esto es a lo que van a tener que adaptarse.

Pasarán su periodo de crisis y se adaptarán, porque una vez habituados se darán cuenta de que la vida es otra cosa, que están en la juventud de la edad madura, que ya no se irá a mejor en el estado físico, pero sí en el estado psicológico. La vida se verá de otra manera y se disfrutará de cosas a las que antes no se le daba importancia, se relativizarán las cosas y se buscará ser felices de verdad, descartando aquello superfluo y saboreando los instantes, porque, al fin y al cabo, se aprende que ni el sexo es tan importante, ni los problemas son lo que eran. Que te quieres rodear de gente que te aporte y que ya toca vivir, pero ahora de verdad. Ya no estamos para boberías. Es el momento de disfrutar, hacemos lo que nos apetece, y no miramos al de al lado. Que nos seguimos cuidando, sí, pero sobre todo disfrutando, y de eso no nos vamos a olvidar en los cincuenta.

¡Bienvenida década de los cincuenta!

*Psicóloga y terapeuta

http://anaortizpsicologa.blogspot.com.es