Te lo vendo barato, recién lavado y planchado. Si estás interesado, dirígete a donde me toque y pregunta por el número asignado. Algún uniformado te conducirá por el laberinto de mesas electorales, montones de candidaturas con nombres y apellidos oficiales. No se te ocurra leer el programa de este o aquel partido, podrías quedar hechizado y a lo peor confundido. Verás gente extraña en la cola, confiados, desalmados, indecisos y parados. Escoge los sobres con destreza, papeletas marcadas de vil sutileza. Fíjate en las instrucciones de uso, y no protestes por ningún abuso. Interventores revisarán la lista, en los ordenadores me buscarán, imítame como un artista, actúa bien y te creerán. Acerca tus dedos a la ranura, acaricia la urna cristalina y pura, desliza el voto con suavidad, no hagamos de esto una calamidad. Ya está hecho, lo has conseguido, eres un votante asegurado, un gestor activo. Sal rápido a la calle, escucha los avances al detalle, acomódate en el bar más cercano, como una mariposa que ya no es gusano. Nadie se dará cuenta de nuestro pequeño delito, engañar no es algo que este proscrito. Todo divide y multiplica, da igual la jeta del que organiza, señoras, señores, mayores de dieciocho y cuñados de las mejores ocasiones. Saluda, comenta, no discutas demasiado, sigue a tus congéneres con el deber cumplimentado. Come y bebe a discreción, trágate la información con sal y limón. Cuando caiga la noche, nos vemos en la misma esquina a la hora convenida, tráeme el dinero y no te daré recibo, que a ningún riesgo te obligo. Todos los votos no valen lo mismo, no me culpes si vuelven a vender lo mismo que te he vendido. Lucha de gigantes, convierte el aire en promesas incumplidas. Hasta la próxima elección y mucha suerte en la deriva.

rafael.dorta@zentropic.es