Una de las vías de mucha solera de la ciudad, y no por su longitud o tráfico, acaba de ser rebautizada con el nombre de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. Como anillo al dedo le vienen a una y a otra esta nueva denominación. Es una calle ancha, despejada y a la vez recoleta. Apenas turba su paz el tráfago de la vida que discurre junto a sus extremos. En ella dialogan con naturalidad el hoy con el ayer, se encuentran y reencuentran el pasado y el presente, el amor y la soledad, la calma de las horas y el bullicio de sus afluencias. En los crespúsculos, igual la invaden tenuamente el canto de los gallos saludando la aurora o despidiéndose del día que los rezos y las salmodias que traspasan la clausura de las monjas clarisas. Su adoquinado de basalto, las espaciadas ringlas de adelfas, acacias y aligustres que la engalanan y los característicos bancos laguneros de piedra que tanto subyugaron al gran arquitecto vasco Teodoro de Anasagasti cuando visitó la población en 1932 (T. de A.: Tenerife y la emoción del viajero, 1940; 2ª ed., 2001), acentúan su peculiar sabor y su carácter. El recio torreón conventual coronado por amplio ajimez de tea es su vigía imperturbable.

En otro tiempo se le conoció popularmente por calle de la Palma, por el esbelto ejemplar de phoenix canariensis que se alzaba por sobre los tejados pespunteados de verodes, lloviznas y neblinas de la inmediata calle del Pino. Aquella gran palmera, que ya desapareció, se abría como un inmenso abanico en el azul de los atardeceres inigualables. Para otros era, simplemente, el callejón de las Claras. Pero un día borraron ambos nombres y le impusieron el de un muchacho que apenas oyó los primeros trompeteos convocadores de la guerra incivil de 1936 se alistó presuroso para ir a combate y en él no tardó en sucumbir, como tantos otros que, por el contrario, no fueron voluntarios a la contienda fratricida.

De perlas le va este rebautizo a la vieja calle lagunera. La Económica reúne y atesora los valores que casan bien con la solera de siglos de la soledosa vía: la libertad, el saber vertebrador del desarrollo social y de la convivencia humana, la tolerancia como compromiso permanente y como exigencia de dignidad y de mutuo respeto, el empeño en mantener en vilo la memoria de la Isla, la preocupación por su progreso y por su historia, el espíritu crítico y el debate de las ideas, amén de la entrega sosegada, silenciosa, al estudio, la reflexión y la investigación.

Coincidieron el alcalde, Luis Yeray Gutiérrez Pérez, y el director de la bicentenaria corporación, doctor José Carlos Albertos Bethencourt, en remarcar, en el acto en que se ratificaba de forma oficial el nuevo nombre de la calle, que la Económica ha contribuido de manera poderosa a afianzar la personalidad de San Cristóbal de La Laguna y de la propia isla de Tenerife. Desde su fundación en 1777, hará pronto un cuarto de milenio, la Real Sociedad ha tenido presencia significativa en el acontecer de nuestra ciudad. Son innumerables los acontecimientos del más alto relieve en los que ha tenido directa intervención: el nacimiento del periodismo en Canarias, el desarrollo de la imprenta como eje de comunicación social, la creación de la Universidad fernandina y la fundación del Instituto de Canarias cuando el primer centro docente del Archipiélago fue suprimido, el establecimiento de la Diócesis nivariense, la consolidación y expansión del puerto santacrucero y de los dos aeropuertos, la defensa de nuestras peculiaridades como región ultraperiférica, el desarrollo de la agricultura con programas innovadores para el campo, las tempranas acciones contra el analfabetismo y a favor de la educación, sobre todo de las clases más necesitadas; el fomento de la industria, la artesanía, el comercio y la pesca o los debates sobre el modelo de pueblo que queremos, y tantas cuestiones más que dan idea de su compromiso con la sociedad insular, siempre guiada por afanes totalmente altruistas. Hemos de reconocer que en esta ocasión el Consistorio lagunero ha acertado plenamente.

Es probable que más pronto que tarde la ley de economía del lenguaje se imponga y será conocida por calle de la Económica, con la coloquial desnudez con que llamamos los laguneros, los tinerfeños y los canarios todos a la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife. Sea así o como sea, bien estará. Porque lo importante es que San Cristóbal de La Laguna ha hecho un acto de justicia, con cordura. Saludemos con alborozo la feliz decisión.

*Cronista oficial de San Cristóbal de La Laguna