Representa un tipo de isleño activo, inquieto y capaz de compaginar, en cualquier circunstancia y con eficacia y armonía, las obligaciones, las devociones y los gustos. Fuencalentero de raíz y emigrante juvenil, regresó a su pueblo y, por su cuenta y riesgo, estudió en profundidad la geografía y el acervo histórico y cultural mucho antes de que las nuevas políticas educativas, tras la Constitución de 1978 y la articulación del Estado autonómico, incorporaran el conocimiento del medio a los programas docentes.

Estudioso vocacional de la etnografía y el folclore, fundó la Agrupación Echentive, referente de La Palma y Canarias que, desde 1975, mantiene un amplio y variado repertorio que incluye el rescate de palos perdidos y temas originales, conservados en una más que notable producción discográfica. En paralelo y en labor sin parangón, inició su labor como fotógrafo profesional y sensible escritor, especializado en la divulgación de los numerosos hechos diferenciales de la naturaleza y la cultura palmera.

A la larga amistad que nos une, sumo la franca admiración por su labor como fotógrafo -imaginativo, ortodoxo y culto, no se pueden unir más adjetivos en este oficio- que reconoce, en su formación autodidacta, débitos entrañables a Otto Reus y al recordado Miguel Bethencourt, pionero del senderismo insular y destacado paisajista. Y también es justo valorar su rigor e inspiración en el complemento literario de sus libros, imprescindibles para entender nuestros valores naturales y culturales.

Ahora y en un hecho que afirma su carácter emprendedor, abrió la primera almazara palmera para moler las aceitunas de una plantación de cuatrocientos olivos que inició en 2010. Frente a las viejas consignas de la diversificación de cultivos, él y su familia predicaron con el ejemplo y tras obtener distintos premios a nivel regional, aseguran ahora una cuota de producción de calidad estable -en principio de mil kilogramos- de la que su honestidad profesional es una plena garantía para formar una clientela fiel y fidelizada con las producciones insulares. Frente a los cansinos gestos de la costumbre, palmeros como Juan José Santos demuestran cuánto se puede y se debe hacer en un territorio como el nuestro y cuan necesarios son el ingenio y el entusiasmo para asegurar el mejor futuro.