A lo largo de las últimas décadas, la ciudad de Santa Cruz de Tenerife se ha visto renovada por un periodo de evolución tecnológica y arquitectónica, que se hizo más notable durante la década de los 90 en adelante. Esta proporcionó una nueva imagen para la capital tinerfeña, que se vio plasmada en algún panfleto turístico, con la visión del Auditorio de Tenerife Adán Martín en un lado de la composición, acompañado de las Torres de Santa Cruz en el otro, resaltando la llamada milla de oro como principal visión de nuestra ciudad.

Esta expansión urbana de marcado eclecticismo arquitectónico, desconectada del resto de la ciudad, está considerada un símbolo del crecimiento económico y prosperidad para la capital. A pesar de ello, refleja a su vez una estrategia urbanística que supone un gran problema para la ciudad, siendo visible a día de hoy.

Es importante comprender la estrecha relación entre el comercio y la formación de ciudad. Desde su aparición, la ciudad ha sido la traducción de prosperidad; cuando la producción de recursos es superior al consumo, aparece el concepto del mercado, convirtiéndose en el núcleo de muchas de las grandes urbes. A este tienen acceso los ciudadanos, que se llena de vida gracias al tránsito de la actividad lúdica y económica.

Hoy en día, nuestras ciudades están marcadas por la dependencia del uso del automóvil, herencia del urbanismo del siglo XX, que buscaba la separación de las funciones de la ciudad en diferentes sectores, con un transporte basado en el vehículo privado.

El urbanismo sostenible define la ciudad insostenible como una ciudad de poca densidad con una alta dispersión de usos, cuyo uso necesario del automóvil supone un constante consumo de recursos y un notable aumento de la contaminación. Es un tipo de ciudad que disminuye la vida en la calle, puesto que la población se desplaza desde su vivienda directamente al lugar deseado sin recorrer realmente la ciudad, eliminando el tránsito a pie y la actividad dentro de la misma. Esto daña los comercios y locales menores, debido a que toda la información al cliente proviene exclusivamente de grandes compañías y centros comerciales, o de los negocios inmediatamente próximos a la vivienda, en caso de haberlos.

Santa Cruz de Tenerife, por su parte, posee barrios y calles históricas, anteriores al automóvil, en las que se ha desarrollado eficazmente el comercio a pie y la vida urbana. Sin embargo, hoy en día, con tres centros comerciales a apenas una manzana de distancia y poca densidad residencial a su alrededor; la alta densificación del uso comercial en superficies muy pequeñas ha creado un efecto de migración comercial, de un constante flujo de personas que, tanto a pie como en vehículo, se desplazan hacia zonas puntuales de la ciudad, ignorando la oferta de comercios locales a su paso.

A menor uso de comercios locales, más desaparecen, incluyendo otros sectores como el del ocio; hasta que una zona que inicialmente era de usos mixtos, queda puramente residencial, obligando a sus residentes a desplazarse en vehículo hacia una zona comercial; y dada la disponibilidad escasa de aparcamiento, los centros comerciales serán el foco tractor, amplificando el efecto migratorio.

De esta manera, una ciudad tradicional ha mutado en una ciudad insostenible. La paulatina desaparición de actividades lúdicas y comerciales en el entorno urbano trae consigo la desertización de las calles que habitamos; transforman entornos vivos en espacios de tránsito, que en festivos pasan a ser un yermo, dejando barrios como El Toscal vacíos, cosa que no ocurre a esta escala en ciudades cercanas.

La ciudad es el hábitat de las personas, y décadas de un urbanismo que no contempla calidad de vida ni sostenibilidad urbana, han dejado vacías las calles de Santa Cruz de Tenerife. Son las calles vivas lo que da lugar a un entorno urbano de calidad y, sin embargo, esta imagen de desertización es tapada por una fachada de progreso que queda en entredicho. La viva ciudad del pasado se ha perdido, pero debemos recordar que esta ciudad somos todos, y es decisión nuestra el apoyar una buena dirección para el futuro, recuperando así la capital que nunca debería haber dejado de ser.

*Graduado en Arquitectura Técnica y estudiante de Arquitectura en la Universidad Europea de Canarias