¿O no era así aquel refrán que aludía a la puerta y las ventanas de nuestras casas? No, no era así, todos sabemos que el correcto y popular refrán decía que "cuando el dinero sale por la puerta el amor salta por la ventana", pero eso será un tema que quizá toquemos en otro momento ya que? no está el horno para bollos.

A lo que iba? Es imperiosa la necesidad de una pareja sana de no aburrirse. El aburrimiento ha sacado siempre lo peor de las personas de forma individual, imaginemos si esa consecuencia la multiplicamos por dos al tratarse de una pareja. ¡Horror!

Llamémoslo aburrimiento, llamémoslo silencio, llamémoslo desatención. Pero lo cierto es que cualquiera de las denominaciones nos llevan a parejas que si aún funcionan, tarde o temprano, empezarán a fallar. El aburrimiento y la desidia provocan largos e interminables silencios que se harían incómodos si no fuera porque cada uno se encuentra en una esquina diferente del sofá acompañado por el típico juego gratuito de turno. Porque sí, seamos sinceros, la era del Candy Crush ha degenerado en la era de todo aquello que no me haga pensar y sea mecánico, vale. Así que, vivimos de forma recurrente tiempos vacíos con nuestras parejas, momentos en los que físicamente estamos juntos pero en los que virtualmente nos podemos encontrar en polos opuestos.

Y sí, dejémoslo en juegos gratuitos, ya que en artículos anteriores ya hemos nombrado e intuido la vida amorosa fuera del hogar que muchos y muchas mantienen gracias a eso, a poder estar físicamente en un lado y virtualmente en otro.

Hablamos de momentos vacíos en los que estamos literalmente al lado de nuestra pareja que denotan que algo no va como debiera. Momentos fríos incluso en pleno verano, momentos, en resumidas cuentas, aburridos.

Y es que cuando el aburrimiento entra por la puerta el amor sale por la ventana. En este caso da igual si sale o salta, el hecho es que desaparece. No es la primavera vez que se nos pasa esto por la cabeza y lo cierto es que muchas veces creemos que la culpa recae en la rutina y la monotonía pero eso no tiene por qué ser así.

Existen parejas sanas que viven su día a día tras un calendario marcado por una serie de rutinas y repeticiones que no son causa de un resfriado común en la relación. No vale echar la culpa a la rutina. Existen multitud de rutinas que aportan datos y sensaciones positivas dentro de la pareja. Rutinas como las de ir al gimnasio o hacer cualquier otro tipo de ejercicio que active nuestras serotoninas (la hormona de la felicidad) es siempre una buena opción y si logramos ser rutinarios con estas acciones físicas lograremos sumar que no restar. La clave del éxito aquí estará en que sean rutinas por ambas partes. Si uno hace deporte y el otro se queda viendo la tele en casa? ¡malo!

El del ejercicio, las rutinas y la serotonina es el mejor de los ejemplos para desmontar el bulo de que la relación se rompió el día que comenzaron la rutinas. Es simplemente? la mejor excusa.

Otra cosa muy distinta es el aburrimiento, y en este caso es literalmente un arma de doble filo, ya que el aburrimiento es tanto causa como consecuencia de muchos de los síntomas que indican que algo falla en nuestra relación.

Causa. El aburrimiento en la vida de las personas hace que florezcan los peores y más negativos sentimientos en ellas. El aburrimiento suele ser muchas veces la causa de la tristeza, de la frustración, de las discusiones.

Consecuencia. Son muchos los porqués que podríamos sumar a una hipotética y genérica lista en la que hablemos de factores que hayan hecho que nos aburramos dentro del seno de nuestra pareja (y aviso que no es lo mismo ser una pareja aburrida que sentir aburrimiento en pareja). Está claro que existen numerosos factores externos que a nivel individual pueden aportar ese granito de arena para desatar al aburrimiento, podría serlo, por ejemplo, la depresión (pero ya sabemos que en este tipo de casos individuales externos a la pareja hablamos de otros problemas y, generalmente, problemas con solución). Pero? ¿y si el aburrimiento aparece porque esa persona que elegiste no era la correcta? ¿Y si en el momento de la elección te llevaste más por lo que querías que por lo que tenías delante? ¿Y si idealizaste a la primera persona que te presto atención y ahora estás aburrido o aburrida?

Cuando esto pasa, cuando el aburrimiento es a consecuencia de algo y no la causa de otros muchos algos, lo primero es detectarlo, lo siguiente es aceptarlo y, finalmente, erradicarlo. ¿Por qué alargar algo que nos aburre? Hablar del aburrimiento no es hablar de ninguna banalidad cuando estudiamos su procedencia y es, además, un factor de alarma determinante cuando dudamos de nuestra relación. ¿Acaso no sería lo más justo y honesto disfrutar de y con la persona que tenemos al lado?

*Psicóloga y terapeuta

http://www.clinicaszentro.es/