Insistir en el hecho de que Canarias es una de las regiones con más desigualdad y pobreza de España no tiene mucho sentido. Es un hecho perfectamente documentado, contrastado en los datos oficiales y los de las ONG y que se repite sistemáticamente en todos los balances y estudios desde hace décadas. El principal problema de Canarias, como sociedad, es la desigualdad y la pobreza. Pero tampoco decirlo y repetirlo hasta el agotamiento resuelve el problema. Otra cosa es acertar con las causas de que la situación no mejore, a pesar de que el PIB canario y otros indicadores económicos -empleo, beneficio empresarial, recaudación de impuestos- crecieron de manera constante en los últimos años. No hay que ser catedrático de economía para entender que en Canarias desigualdad y pobreza son características de un sistema económico muy dependiente del turismo, completamente terciarizado y con un mercado interior raquítico. Tampoco hace falta ser presidente de un think tank para entender que contra la pobreza y la desigualdad existen distintas estrategias: los liberales pondrán el énfasis en el crecimiento económico y la creación de empleo, los socialistas en el reparto de la riqueza, los católicos en la solidaridad entre ricos y pobres, los educadores en la mejora de la formación, las feministas en destinar recursos a acabar con la pobreza de las mujeres? al final, todas esas estrategias han sido ensayadas históricamente, y -suele ocurrir- lo que mejor funciona es un combinado de varias de ellas.

El anterior Gobierno se propuso apostar por la creación de empleo como mecanismo para reducir la pobreza. Este, muy crítico con los resultados del anterior, defendió acabar con la pobreza utilizando recursos públicos, y parece haber elegido hacerlo por la vía del reparto de la riqueza que ya existe. Eso reduce las políticas a seguir a dos: forzar a las empresas a aumentar los salarios, algo que no es competencia del Gobierno regional, y además no parece viable en una región tan terciarizada y con un tejido de empresas pequeñas como la nuestra, y el otro es cobrar más impuestos y repartir el dinero.

Yo también soy partidario de repartir riqueza tirando de los impuestos. Pero me parece suicida recurrir a sablear a los canarios, con más cargas sobre el consumo, la factura de la luz, el teléfono? Eso es quitar peces del estanque para volver a meterlos luego. No habrá más peces, que es lo que nos hace falta.

Me parece bien que se suba el IGIC al lujo, y que se graven las rentas más altas (pero no a partir de los 90.000 euros, desde los 55.000 o 60.000), aunque eso es el chocolate del loro. Donde hay que insistir es en los impuestos ya recaudados a los más ricos del país en que vivimos, que es España. Acudir a los impuestos que pagan el conjunto de los ciudadanos españoles, con salarios y patrimonios medios muy superiores a los de Canarias, acudir a los impuestos de las multinacionales que nos venden los servicios eléctricos y de telefonía, a las grandes empresas, la banca y al consumo. En el ámbito nacional. Meter peces nuevos en el estanque de nuestra pobreza. El Gobierno tiene hoy un problema de enfoque: socialistas, nacionalistas de izquierda y podemitas no pueden creer que la pobreza de las Islas va a mejorar en cuatro años aplicando más impuestos a gente que ya es pobre o está en riesgo de serlo. Así vamos a tener más pobreza, no menos. Lo que tienen que hacer es pelear fuera.