A unas tres semanas para el 10-N, eso sí, conflicto catalán de por medio (agárrense los machos este fin de semana) y conocidas ya las primeras encuestas, éstas muestran que las opciones de formar gobierno serán menores respecto a las pasadas elecciones. El PSOE no sumará con Ciudadanos y seguiría necesitando a ERC para cerrar un ejecutivo de izquierdas. El cuento del aburrimiento.

Un panorama alentador: los socialistas volverían a ser la primera fuerza, aunque con menos ventaja sobre el PP. Pedro Sánchez tendría números similares a los de abril. Pablo Casado dejaría al PP como principal partido de la oposición y saldría victorioso frente a Cs (que va en caída) en la batalla por el liderazgo del centro derecha. Unidas Podemos bajaría un poco y Vox podría repetir resultado o subir algo. ¿Ven? Más de lo mismo.

Con lo cual, si las encuestas aciertan, nos comeremos el turrón con el mismo rollo de postureos, visitas a Zarzuela, puñales volando y los independentistas catalanes frotándose las manos por poder seguir lidiando con un gobierno en funciones. Es verdad que las encuestas las carga el diablo, pero es que todas coinciden. Los mismos negociando. Cinco elecciones en tres años, seguramente a unas sextas, situación inédita en un Estado europeo. En la calle solo se respira una sensación, ni siquiera rabia o decepción, atufa a aburrimiento profundo.