A todos nos encantaría una vida de color de rosa. Una vida donde todo fuera rodado y con carencia de problemas. A todos nos gustaría tener el trabajo que soñamos, el estilo de vida al que aspiramos, la familia que deseamos, salud, amor, vida social, tiempo para todo, etc. Y además, que no hubieran interrupciones en el estado emocional que tener todo esto supondría. Lo cierto es que sería ideal, pero no real.

Los problemas, los inconvenientes y la adversidad forman parte de la vida y cuanto antes lo aceptemos, antes comenzaremos a disfrutar y a sentirnos afortunamos de lo que tenemos en cada momento, y además sobrellevaremos de mejor manera los momentos difíciles que, nos guste o no, siempre llegan.

La vida no es de color de rosa, pero siempre podremos hacer algo para mejorarla. ¿Cómo? Contestándote 4 preguntas y añadiendo una dosis de decisión.

1. ¿Por qué?: ¿Por qué necesito un cambio? Me refiero al motivo. A la motivación que uno necesita para hacer un esfuerzo y mantener la constancia durante un tiempo mientras uno consigue lo que desea. Normalmente, conseguir un reto o cambio requiere tiempo, dedicación y, por supuesto, sudar la camiseta un tiempo. Esto conlleva agotamiento y para mantenerte en pie mientras lo consigues, es necesario tener bien definido el motivo por el que cada mañana o cada mes sigues luchando por conseguirlo. No se trata de un simple para estar mejor. Como comenté anteriormente, tiene que estar bien definido. No basta con voy a prepararme unas oposiciones para tener trabajo fijo. Se trataría por ejemplo de voy a prepararme unas oposiciones porque es una manera de tener un trabajo fijo, una estabilidad económica, un horario que me permite tener las tardes libres, lo que me permitiría disfrutar de mi familia, tendría tiempo para ir al gimnasio, cuidar mi vida social o dedicarme a otro proyecto. Es cierto que no basta solo con querer para conseguir lo que uno desea, pero también es una realidad que a no ser que lo intentes con todas tus fuerzas nunca sabrás si hubieras podido conseguirlo.

2. ¿Qué?: ¿Qué es lo que puedo hacer para sentirme mejor? ¿Qué es lo que puedo hacer para cambiar mi situación? Búsqueda de alternativas. Dedícate tiempo, coge papel y lápiz y haz trabajar a tu cerebro. Es un órgano vago. Si no lo haces trabajar, poco va a dar de sí. Pregúntale lo que quieres saber y verás cómo van surgiendo ideas. Órgano que no haces trabajar, órgano que se va oxidando.

3. ¿Cómo y con qué?: Una vez sepamos qué hacer, tenemos que averiguar cómo y con qué herramientas podemos conseguirlo. Haz un listado de diferentes caminos para alcanzar tu objetivo y qué estrategias te facilitaría llegar al destino. También sería conveniente buscar estrategias para evitar las excusas. Por ejemplo: si tu objetivo es perder peso, intenta no pisar el supermercado sin haber almorzado antes. Es verdad que la fuerza de voluntad existe, pero mejor reservarla para cuando realmente la necesites. Si puedes utilizar estrategias para evitar tentaciones, utilízalas.

4. ¿Quiénes?: A qué personas podemos pedir ayuda o a quiénes podemos tener de referente. Si conocemos a alguien que está donde queremos, es bueno saber cómo lo ha conseguido. Es lo que en psicología llamamos modelado. No se trata de una copia barata. Se trata de ahorrar energía y tiempo haciendo algo que parece que ha funcionado antes, para luego darle tu forma.

Es cierto que la vida no siempre es de color de rosa, pero nosotros podemos añadirle color, incluso a los momentos grises.

www.tamaradelarosapsicologa.es