Román Rodríguez lo ha repetido infinidad de veces desde que fue nombrado consejero de Hacienda: ha dicho que el Gobierno que vicepreside no subirá impuestos a los más desfavorecidos. Su intención declarada es cargar el peso de la reforma fiscal en los más pudientes. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. Es ya un hecho que el cuatripartito volverá a subir el IGIC hasta el siete por ciento, es decir, dos puntos por encima de lo que estaba cuando Paulino Rivero decidió subirlo para hacer frente a la situación de crisis fiscal a la que se enfrentaba su Gobierno como consecuencia de la crisis económica y la disminución del consumo. Conviene recordar que la subida del IGIC lo que hace es transferir recursos del bolsillo de los ciudadanos a los del Gobierno de Canarias, los cabildos y ayuntamientos. No mejora la economía productiva, mejora el equilibrio fiscal, que es algo muy distinto: permite que los gobiernos gasten más. Recuerdo que cuando se produjo la primera subida, en 2012, se nos prometió entonces que sería provisional, y que el IGIC bajaría cuando se recuperara el consumo y -por tanto- la recaudación del impuesto. No se hizo: el incremento de la recaudación entre 2013 y 2017 fue de casi el 50 por ciento. En ese quinquenio, los ingresos por IGIC se incrementaron en 522,1 millones, pasando de los 1.105,5 millones de 2013 a los 1.627,6 del año 2017. En 2018 se optó por bajarlo medio punto. ¡Medio punto! A pesar de la bonanza económica, no se cumplió la promesa. Y ahora vuelven a subirlo?

El IGIC no es un impuesto progresivo. Lo pagan por igual ricos y pobres, aunque Hacienda dice que no se aplicará la subida a quienes ingresen menos de 30.000 euros. Es una declaración tramposa. Nadie va a preguntarle a usted cuando pague una entrada en el cine o se compre una camisa cuánto gana.

Y el IGIC no es la única subida: Hacienda va a gravar la factura de la luz con un tres por ciento -ahora está con tipo cero- y la de telefonía móvil del tres al seis por ciento. Electricidad y comunicaciones se encarecerán un tres por ciento para todo el mundo. Y no es lo que nos dijeron cuando aseguraron que las rentas más bajas no se verían afectadas por las subidas. Román Rodríguez se pasa por el refajo sus promesas: entre otras cosas, porque la subida a los ricos de la que habla solo podría plantearse subiendo el impuesto a productos de lujo o metiéndole mano al IRPF, que solo es de su competencia en lo que a aplicar deducciones se refiere. No es que el consejero de Hacienda sea un Nobel en Economía, pero sabe perfectamente que la única forma que tiene el Gobierno de recaudar lo suficiente para no entrar en otra crisis fiscal como la de 2010-2011 es acudiendo a donde hay dinero: y hay mucho más dinero en los bolsillos de un millón y medio de ciudadanos de clase media que en los de cien mil ciudadanos pudientes. Aunque el discurso quiera ocultarlo, Román Rodríguez no trabaja para resolver la situación económica de los canarios, lo que le apura es no tener para pagar las facturas del Gobierno. Y por eso nos va a sacar los cuartos. Y le va a importar una higa si cobramos más o menos de 30.000 euros. Ya lo verán.