El candidato Pedro Sánchez Pérez-Castejón reclama un "último esfuerzo" en una entrevista concedida a Prensa Ibérica, grupo editorial al que pertenece EL DÍA. El socialista solicita un brío definitivo para presidir España con el aval de unas elecciones ganadas. Desconozco si ese "último esfuerzo" también será personal, es decir, que si vuelve a darse una situación de bloqueo él ya no estará al frente del PSOE para sacar las castañas del fuego.

Sánchez ha demostrado que es un buen corredor de fondo. Sí. Su capacidad para salvar obstáculos es meritoria, pero en su afán por ser el elegido del partido de la rosa para poner fin a los años de gestión de Mariano Rajoy se aprecian unos signos de debilidad en relación a la "amistad" que debe tener con Podemos, la encrucijada catalana, la guerra que mantiene con Albert Rivera, la exhumación de los restos de Francisco Franco...

"Me siento en deuda, he intentado formar un Gobierno progresista y no lo he logrado". Ese titular resume algo más que el fracaso de unas negociaciones de perfil izquierdo. Sánchez sabe que es ahora o nunca. El aún líder del PSOE debe desatascar una situación que antes de acudir a las urnas, el próximo 10 de noviembre, amenaza con convertirse en un calco del último proceso electoral que resultó fallido.

Sánchez prefiere mantener las distancias con el 155. En las fases más envalentonadas de las páginas firmadas por Julia Ruiz y Carlos Alós quiere creer que el debate abierto en torno a la aplicación de ese artículo por la vía rápida no va a condicionar a los votantes, pero cuando lo piensa con frialdad es consciente de que si un señor que lleva muerto más de cuarenta años continúa agitando los cimientos de este país, que no conseguirán las fuerzas sublevadas en tierras catalanas.