Hace unos días leí en este medio la pretensión del alcalde de Tacoronte de que la actual línea del tranvía llegará hasta esa ciudad, dado que se estaba hablando por parte de la Corporación insular de llevarlo hasta el aeropuerto de Los Rodeos. Dicha pretensión resulta del todo lógica y plausible, toda vez que el viejo tranvía de Tenerife, desde el año 1904 hasta su cierre en 1956, hacía ese recorrido desde Santa Cruz, cumpliendo un importante papel en las comunicaciones terrestres de la Isla. Es más, el proyecto global de la Sociedad Anónima de Tranvías Eléctricos de Tenerife, que así se llamaba la empresa hasta 1927 que la asume el Cabildo de Tenerife, era más ambicioso, pues en torno a 1955 se estuvieron planteando la posibilidad de llevar la línea hasta La Orotava. El proyecto no salió adelante y un tiempo después desapareció esta tímida experiencia ferroviaria.

En la tacorontera zona de la Estación, lugar hasta donde llegaba el viejo tranvía, aún existe algún establecimiento que lleva su nombre. Este medio significó un gran desarrollo, no sólo para la localidad, sino para el resto de la comarca de Acentejo, pues además del transporte de personas, sirvió para llevar los productos del campo a la capital. Seguramente, de haberse llevado a La Orotava, el desarrollo comercial se habría beneficiado enormemente en esta importante zona del Norte de Tenerife, así como el lógico traslado de pasajeros en una época que las guaguas no eran muy frecuentes y con difíciles conexiones entre líneas.

A diferencia de aquella época, en la actualidad se cuenta con guaguas -con menos asiduidad de la que deseamos-, taxis y muchos vehículos privados, la necesidad del tranvía se justificaría para paliar el exceso de tráfico que colapsa parte del Norte de la Isla hasta la propia capital, un día sí y otro también. Muchas han sido las sugerencias: otra vía más para cierto tramo de la autopista, que pasa por sacrificar más tierras en un reducido espacio insular, más transportes públicos, soterrar carreteras, y otros planteamientos, que se les supone que son rigurosos, pero que poco paliarán esos largos y tediosos atascos, además de la contaminación que produce y que ahora tanto se intenta combatir, por lo menos se pretende.

Pero tampoco el tranvía sería la solución mágica, si no se dotara de medidas complementarias como un intercambiador allí donde acabe: Los Rodeos o Tacoronte, para que todos aquellos viajeros que lleguen en vehículos aparquen, o que vengan en otros medios de transportes, también puedan acceder con facilidad a dicho medio ferroviario, que ya entrados en harina para una línea hasta Tacoronte sería mejor la construcción de un tranvi-tren o tren-tranvía, que son los sistemas empleados en las grandes ciudades y la periferia, por su rapidez y mayor envergadura.

Los problemas, en mi opinión y experiencia como viajero, son la lentitud y el precio. Conozco muy bien el tranvía de aquí, el de Zaragoza y el de Valencia, pecando todos de lo mismo: las paradas deberían ser unas obligatorias y otras facultativas, a fin de agilizar el tiempo de trayecto, dado que en algunos casos se convierte en una eternidad, viendo que en muchas de ellas no baja ni sube nadie, sobre todo a ciertas horas y días; la otra, el precio, pues no puede costar lo mismo un trayecto hasta La Trinidad, que hasta Los Rodeos o Tacoronte, resultando también gravoso en la actualidad que se pague lo mismo desde el Intercambiador a Weyler o al Campus de Guajara? Seguro que Metropolitano de Tenerife tiene su explicación, pero yo así lo entiendo. Hace unos años, el metro de Madrid costaba lo mismo desde Barajas a Sol, desde hace tiempo eso ha cambiado y lo entiendo más justo y equitativo en razón de los trayectos que se utilicen.

Soy consciente de que tanto la petición de mi colega profesional, el alcalde de Tacoronte, como el presente artículo son sólo un desiderátum, pues solo expresan la aspiración de algo que no se ha cumplido, pero ahí queda para los cabezas pensantes que velan por nuestros intereses.

*Abogado y periodista

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