A las tres de la tarde, cuando todo Tenerife llevaba ya dos horas sin energía eléctrica, los responsables políticos nos confirmaron que estábamos sin luz. Por si no nos habíamos dado cuenta encerrados en un ascensor o con la comida a medio hacer. Y también dijeron que era "una avería grave". Una impagable demostración de perspicacia ante un millón de personas colgadas del enchufe.

A lo largo de toda la tarde esos responsables públicos tiraron de manual. Como nadie tenía ni zorra idea de cuál era el problema, se dedicaron a estirar el chicle y explicarnos, con gráficos y cuadritos y mucha pedagogía, lo que es un cero energético. Y eso que tenemos experiencia, porque en unos años llevamos ya varios cortes. Lo que no explicaron es por qué se ha vuelto a producir otra caída de toda la red en Tenerife. Porque allá por el 2010, cuando se produjo el último apagón, se nos dijo que se estaba trabajando para cerrar el anillo eléctrico insular. Se puede entender que haya una avería en un sitio y que un segmento de la red se caiga, pero ¿toda la Isla? Pues sí. Toda. Por lo visto seguimos teniendo un sistema en el que si falla una de sus partes falla todo.

Al parecer se trata de la malla. Que es como una pandorga formada por las torres y los cables que transportan la energía por la Isla, pero en vez de con pejeverdes y salemas en su interior, con un millón de ciudadanos que se quedan colgados sin luz cada dos por tres. No es un problema de producción de energía, sino de transporte. Los de Red Eléctrica Española llevan años anunciando las grandes inversiones que se iban a hacer en las Islas. Pero a primeras horas de la noche de ayer aún no se tenía noticia de algo que había sucedido a la una del mediodía. En pleno siglo XXI los gestores del sistema eléctrico no habían dado a conocer las razones del corte, nueve horas después de producirse. Al día siguiente lo han despachado diciendo que se trató de un "fallo fortuito". Otro calificativo tan sumamente brillante como el de la "avería grave". Memorable.

Nuestros sufridos políticos, con ropa de domingo y cara de circunstancias, siguieron explicando lo que es estar sin luz. Y que si una curva roja está por ahí arriba y otra amarilla por ahí abajo y que a la larga -a la muy larga- se terminarán encontrando. Casi como Les Luthiers con el teorema de Tales de Mileto y sus tres o mas líneas paralelas que son cortadas por un problema técnico transversal que las vuelve convergentes en el infinito. A las diez de la noche no habían convergido para la mitad de la isla de Tenerife, que seguía a oscuras.

Llueve sobre mojado. Ya no hace falta un temporal para que salte un transformador y nos quedemos a dos velas. Las excusas suenan repetidas y cansinas. Lo que hace falta es invertir en mejorar una red que es un churro.