El nacionalismo canario se mueve. Comentaba en mi columna del lunes pasado que las elecciones del 10 de noviembre tal vez pusieran a cada uno en su sitio, refiriéndome a las organizaciones políticas nacionalistas del momento, NC, CC-PNC y AHÍ.

Se ha decidido al menos nombrar una comisión integrada por miembros de CC y NC para establecer a qué conclusión se llega, si unidos o inconexos; de momento parece que el 70 por ciento de los integrantes de esta comisión está por la conjunción. La razón política nos dice que la unidad en estos momentos es necesaria, y más aún ante la grave crisis turística que se avecina, que compromete un 6 por ciento del PIB canario con todo el desajuste en los distintos escenarios que ello vaya a comportar.

Ante Madrid la unidad es vital para que en los diferentes ministerios se tenga claro cuál es la situación de las Islas en los problemas que las acucian y que en esas negociaciones perentorias que haya que mantener se oiga con una posición decididamente canaria por dónde tienen que ir las soluciones a los problemas a resolver.

Además, el día 5 de octubre se tendrá en la isla de El Hierro un encuentro entre los diferentes líderes de estas organizaciones, donde sus proclamas tendrán que fijarse no solo en la situación actual y el porqué del fracaso del nacionalismo, sino en la disposición y agudeza que existe para afrontar los retos del futuro.

Y los retos son múltiples dado que en un mundo donde el poder económico es dominante y hace que las ideologías se aparquen, poco se podrá hacer desde ese escenario ante la avalancha de desasosiego vital que conlleva la perdida de miles y miles de puestos de trabajo donde en el caso de Canarias, no solo la intervención de un gobierno autonómico podrá dilucidar, tal vez ni siquiera plantear porque en parte se debe a las obediencias de Madrid, y en este caso que nos ocupa del Gobierno central del PSOE.

Hay que desgajarse de ese componente y atrapamiento político y trabajar ideas que vayan en consonancia con la situación de nuestra tierra, sin intermediación y posicionamiento del Gobierno central, que si estas se enconan y se dirigen a otro sitio ajeno a nosotros, habrá que hacerse respetar y alguna que otra vez, si hace falta, cantarles las cuarenta.

Estamos pues en un nuevo escenario político que nos puede llevar camino de la esperanza y de una de las decisiones que se podrán fraguar en un tiempo cercano cual es la siempre deseada unificación nacionalista. Si se consigue ir conjuntamente en las elecciones del 10 de noviembre y se traduce en un acercamiento sin rémoras entre las diferentes opciones que caminan hacia El Hierro, bien pudiera ser la palanca que mueva este proyecto. Si fuera así tendríamos que decir que seria una nota de alta exquisitez en el escenario de la política y, sobre todo, dentro del nacionalismo canario.

Si somos capaces de saltar por encima de las seculares componendas personales y nos centramos en el cometido fundamental será el inicio de la mejor aventura política que se haya logrado en el espacio del nacionalismo de nuestra tierra. Además, la grave situación que toca a la puerta así lo exige. Buscar otro camino seria imperdonable e incomprensible.