Es la hora de las colas. Muchos coches en la carretera. Prisas, nervios, tensión... comienza el curso y las aceras se tiñen de mochilas nuevas cargadas con libros nuevos. Todos llevamos en la memoria aquellos momentos nuestros. Compañeros nuevos, profesores nuevos, sitios nuevos. La experiencia de adaptarnos a una nueva etapa que comenzaba siempre con el estímulo exigente de "ya son mayores", fuera cual fuera el curso, en la voz nueva de aquel maestro nuevo que buscaba responsabilizarnos en la nueva etapa. La dinámica de estrenar lo nuevo.

Si a final de junio, con San Juan, se quema lo viejo, en septiembre se estrena lo nuevo. Lo viejo y lo nuevo vertebran la vida. Y lo que hoy es nuevo, mañana será viejo. Es el ciclo de la vida. La evolución de la realidad. Y entre lo nuevo y lo viejo nos vamos haciendo a nosotros mismos que siempre somos nuevos con lo nuevo y nos hacemos viejos con lo viejo.

Solemos pivotar en la valoración de las cosas y experiencias de la misma manera. Entre el anhelo de lo nuevo y el cansancio de lo viejo. Aunque está cargado de valor y de enseñanzas que nos han configurado, lo viejo nos aburre. Porque ya lo conocemos y no nos sorprende. Es como el reloj de nuestra mano: conocemos su funcionamiento y lo miramos con la inercia única de buscar la hora. Ya no nos sorprende su funcionamiento como aquel primer día que entreteníamos la mirada contemplando el ritmo de los punteros y los saltos de su minutero. Aburrimiento y anhelo. Entre esos dos pilares ponemos la puerta de acceso a lo que somos.

Y ambas experiencias son necesarias. Hay que aprender a estrenar, a sorprendernos, a ilusionarnos; y hay que aprender a sobrellevar el aburrimiento, la gestión de lo ya conocido, de lo que no causa sorpresa por estar integrado en nosotros. Es el rito o de la vida. Las personas somos rítmicas. Necesitamos ritmos. Tiempos de estreno y tiempo sereno de crecimiento ordinario. Tiempos fuertes y tiempos ordinarios: como la liturgia.

En esta dinámica de estreno, la semana pasada se presentó el informe Foessa sobre la pobreza y exclusión en la comunidad autónoma de Canarias. El informe más concienzudo y valioso que se realiza en España sobre la pobreza. Es ya su octava edición. Nos ofrece algo nuevo. Nos invita a estrenar una mirada nueva sobre lo que hacemos y cómo lo venimos haciendo. Es lo nuevo. Es lo que estamos llamados a estrenar. Sin embargo, la marginación y la pobreza, la exclusión y la necesidad no son nuevas. Es lo de siempre. Y por ordinaria nos acostumbramos a contemplarla en los márgenes de nuestra sociedad, aunque los márgenes sean cada vez más amplios. Es lo que nos aburre por permanente. Pero es lo que constituye el objeto de la preocupación institucional por el bien común.

Está en la red. Búscalo y léelo. Estrena la VIII edición del Informe Foessa. Léelo con la ilusión con la que se abren en estos días los libros nuevos en los colegios.

*Delegado de Cáritas

diocesana de Tenerife

@juanpedrorivero