El escenario donde tiene presencia el nacionalismo canario como sujeto político genera una alta preocupación por parte de los que seguimos pensando que el nacionalismo es indispensable para el desarrollo y futuro de esta tierra.

Y la preocupación nos viene dada, en primer lugar, por lo que parece irremediable como es la no conjunción ideológica del cuerpo político nacionalista. Un cuerpo debilitado y átono tras las fallidas negociaciones en las distintas instituciones de Canarias, donde el nacionalismo de CC-PNC, prácticamente, salvo algunas excepciones, fue borrado de la gestión de gobierno en las mismas.

Y por otro lado nos encontramos con el nacionalismo de Nueva Canarias incrustado en un gobierno donde sus proclamas ideológicas, mantenidas en los diferentes congresos, como lo aprobado en su tercer congreso, donde apostaba por la autodeterminación de Canarias, puede sonar a música celestial o a alta preocupación en sus compañeros de viaje gubernamental. No nos imaginamos a ASG, partido insularista y hasta localista, apoyando esas pretensiones ideológicas, lo mismo que al PSOE, al que hablar de esto le puede oler a cuerno quemado.

La disociación ideológica del nacionalismo canario es uno de los factores que no solo ha impedido mutuos encuentros, sino que ha funcionado como baluarte irreductible entre unos y otros. Pero si repasamos las propuestas ideológicas, comprobamos, efectivamente, que existen marcadas diferencias entre estas tres organizaciones nacionalistas reseñadas, pero si las analizamos con imparcialidad no vemos grandes responsabilidades que sean capaces de socavar las complicidades políticas entre unos y otros.

Además, contribuye el empecinamiento de los que no se cansan reiteradamente en titularse nacionalistas progresistas, como NC, alejándose mentalmente de los otros cuando la distancia que los separa es más bien corta y que el tiempo se encargará de anular. Cualquier nacionalismo consecuente es progresista porque progresismo en el escenario nacionalista consiste en estimular y lograr la conciencia nacional, en nuestro caso, la canaria, como pueblo y como nación.

Esta disociación ideológica bordeando el desafecto ha hecho que no tenga 26 diputados el grupo nacionalista del parlamento y veamos un espectáculo sorpresivo y hasta kafkiano de unos nacionalistas enfrentados a otros, marcando rumbos a contracorriente y contradictorios, donde el enemigo a batir es el nacionalismo defendiendo a ultranza las pautas marcadas por el PSOE.

Habrá también que decir que por NC, aparte de sentirse ufano dentro de un gobierno, hoy florido, paradójicamente padece un sentimiento de culpabilidad y de inconsecuencia nacionalista; y por el lado de CC-PNC existe cierta atonía por la perdida de músculo político pero, a pesar de todo, estamos en el mismo espacio del nacionalismo, cuyo camino está trazado y no hace falta que sea diseñado por los actores políticos del momento, dado que el nacionalismo es el mejor protagonista de sí mismo y la historia de los pueblos que se han configurado como naciones nos enseña que poseen una razón política, a veces contrapuesta y latente, muy por encima de cualquier liderazgo que se precie.

Cuando los pueblos se desesperan cansándose de monsergas y de camuflajes ideológicos que emboscan más bien ansias de poder personal que otra cosa, asoman la cara, dejando atrás las debilidades establecidas siendo capaces de construir en el tiempo un cuerpo nacionalista fuerte y decisivo. Todo se andará. Las elecciones generales de noviembre quizás pongan a cada uno en su sitio.