La entrevista de emergencia que concedió Pedro Sánchez el jueves a Ferreras, sumo sacerdote mediático con licencia para interrumpir a voluntad al presidente del Gobierno, se debió al rechazo colectivo de la izquierda a la arrogancia suicida del ganador de unas elecciones que se negó a recoger su título. De repente, los cabezas de huevo socialistas han descubierto que los famosos sondeos que ahondaban la ventaja en unas hipotéticas elecciones, se basaban precisamente en que esos comicios no se celebraran.

Al sacrificar las elecciones de abril, Sánchez desató en su electorado un tsunami de confusión, por no emplear términos más quevedescos. En las encuestas de cabecera, nadie preguntó si "¿Volvería usted a votar a Sánchez, en el caso de que fuera tan irresponsable de no aprovechar esta oportunidad de investirse presidente?".

El estupor ha paralizado a los votantes de izquierda. El aislado Sánchez se asoma al confesionario de Ferreras, pero no se enmienda. El presidente en funciones habla más contra Pablo Iglesias que a favor del PSOE. Tartamudea para enfatizar su zozobra, al tener que mencionar a su "socio preferente". Queda claro que su objetivo primordial cuando renunció al resultado de las urnas era alejar al partido morado del poder, relativiza incluso el papel decisivo de Podemos y sus 71 votos en la moción de censura. Es el primer caso en que la anulación de un veredicto procede del ganador único de la competición, que desafía al tribunal de los votantes. Quien daña a un tercero sin obtener un beneficio a cambio, ocupa el grado ínfimo en las leyes fundamentales de la estupidez humana, condensadas por Carlo Maria Cipolla.

La sentencia ya histórica de que Sánchez "no dormiría tranquilo por las noches", si tuviera que sufrir a ministros del sultanato de Podemos, solo corrobora que Iglesias le quita el sueño al primer ministro. Por lo visto, duerme a pierna suelta al frente de un Gobierno decorativo, que jamás ha firmado unos presupuestos. La frase onírica comparte el tiempo verbal inconcreto, todo es hipotético para el campeón mundial del clisé. El presidente condicional dormiría, tendría y podría, pero no explica ni se explica en presente de indicativo qué sucede tras embarcar a su país rumbo a lo desconocido. Su discurso se entretiene en más vericuetos que el cuadro de Miró que preside el templo donde se concelebra la entrevista. Algunos fragmentos que resumen la semana más triste de la democracia española:

Sánchez pretende "una mayoría más amplia". ¿Más amplia que doblar al segundo partido, por 123 a 66, hasta el punto de sacar al PP del corredor de la muerte y concederle una segunda oportunidad?, ¿más amplia que consagrarse como el fulcro de la política nacional?

Sánchez huye de "dos Gobiernos en uno". Cuesta aceptar que no tener ningún Gobierno, y encima presidirlo, aventaje a la terrorífica duplicidad.

Sánchez se convirtió en el primer político que consigue aburrir a Ferreras, probablemente cuando la respuesta a "¿ha fracasado?" se transformó en "el Partido Socialista ganó de manera clara", un reprise de su discurso de despedida de la legislatura del pasado martes. Si ha ganado, ¿por qué no ha sido investido?

Sánchez debería aceptar que sus limitaciones dialécticas solo le conceden ventaja en posición de combate. En cambio, ha desistido, en la desalentadora fórmula de "una negociación inviable con Podemos". Es el único líder del PSOE que no ha logrado sellar un pacto con los ultramontanos, que pasaron de rodear el?Congreso a respirar el aire acondicionado de la Cámara. Y aceptando la imposibilidad, ¿por qué entonces guarda el presidente la cautela de que "no diría no es no", otro condicional, a la introducción de la vicepresidenta Irene Montero en su gabinete?

Más condicionales, porque "podría ser presidente y es el camino fácil". Para sortearlo, no emprende el largo y serpenteante camino de Paul?McCartney, sino que somete a los votantes a un viacrucis infernal.

Sánchez no habla bien de nadie, un comportamiento singular en una persona tan educada. No cita en la conversación a un solo líder socialista que le sirva de báculo. Tampoco admira a ningún referente neutro. Y cuando parece que Íñigo Errejón será la excepción, retuerce el piropo para arponear a su antagonista fundamental. "Errejón habría aceptado la oferta que le hice a Iglesias". En condicional, el escueto hereje de Más Madrid no es bueno, es útil.

Se siente único, no hay político que no merezca su reconvención. Hasta la alcaldesa "Ada Colau habla de presos políticos", y el desganado Ferreras se siente obligado a recordarle que el PSC sustenta a la titular de Barcelona. Sánchez no admite un solo error en la hora mal contada de entrevista. El enigma sigue intacto, por qué el campeón se echó atrás cuando solo le faltaba ascender al podio.