El puerto de Fonsalía es un proyecto prioritario en la agenda de trabajo de Pedro Martín. Ahora más que nunca el presidente del Cabildo de Tenerife está dispuesto a liderar una lucha que comenzó en el año 2001. Fonsalía sí o sí. Hace dos décadas que se viene hablando de una infraestructura que recibió un primer impulso a raíz de la aprobación del Plan de Puertos e Instalaciones Portuarias de Canarias. El paso inicial lo dio el Ejecutivo regional presidido por Adán Martín, pero la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, órgano dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, colocó unas cuantas piedras en el camino. A pesar de todo, los defensores de Fonsalía, entre los que figuraba un joven alcalde de Guía de Isora licenciado en Piscología, siguieron reclamando para Tenerife la construcción de una infraestructura portuaria que acabó diluida en el tiempo.

Esta situación de olvido no paró de crecer hasta que el 30 de enero de 2015 el Gobierno de Canarias solicitó por escrito la adscripción de esa zona para la edificación del puerto. Un silencio burocrático se extendió hasta el 16 de octubre de 2018, fecha en la que Madrid emitió una respuesta desfavorable -la misma se fundamentó en una declaración de 1999 de la zona especial de conservación Punta de Teno-Rasca- que paralizó un buen número de iniciativas económicas previstas en la vertiente sur de la Isla. El colapso existente en el muelle de Los Cristianos fue uno de los motivos que expuso en sus últimos meses de gestión Paulino Rivero para defender la inversión en suelo isorano -Pedro Martín asegura hoy en El Día que el enclave elegido significaba un ahorro de mil millones de euros sobre una segunda opción que se localizaba en un punto más próximo al municipio de Santiago del Teide-, proyecto que, de nuevo, fue rechazado en Madrid.

Entonces ya estaban meridianamente claras las cuatro alternativas posibles en Fonsalía. La primera, no hacer nada; la segunda, optar por un concepto de isla portuaria; la tercera, ejecutar una edificación que estuviera completamente dentro de la costa; y, por último, una propuesta mucho más tradicional que contemplara un dique mayor y más invasivo. Al final, se eligió construir una plataforma totalmente en el mar y desarrollar una vía que la conectara con tierra. La maqueta tuvo su aceptación, pero los inconvenientes no tardaron en salir a flote. Algunas de esas críticas apuntaban a la presencia de cetáceos en un perímetro de protección. De poco sirvieron unas reivindicaciones que giraron alrededor de un diseño de menor impacto ambiental, la existencia de una carretera que conectaba la autopista TF-1 con el anillo insular o los 300.000 metros cuadrados de suelo logístico. El no a Fonsalía volvió a sonar, a pesar de que ya no era una petición exclusiva de Tenerife, sino una demanda para mejorar la conectividad con La Palma, La Gomera y El Hierro.

Las comparativas se hicieron inevitables y en todas salió victoriosa Guía de Isora. Los Cristianos, por ejemplo, tiene dos líneas de atraque y Fonsalía tendría cinco; Los Cristianos dispone de apenas 200 metros de atraque y Fonsalía está proyectado para 750; Los Cristianos dispone de menos plazas de aparcamientos que las trazadas en Fonsalía, que, a su vez, se ha pensado para que ofrezca 470 atraques deportivos en una vertiente de la Isla en la que los muelles están saturados. Estas y otras muchas ventajas que aún están en una nebulosa son las que dan una victoria clara a Fonsalía.