La universidad se ha consolidado, con el paso de los años, como el lugar al que acudimos para adquirir una visión del mundo más amplia y diversa. Porque, sin duda, la decisión de entrar en la universidad implica mucho más que aprender sobre un área de conocimiento determinada, la universidad es un camino de transformación, que conduce a la persona al desarrollo de su propia autonomía y a una manera de estar en el mundo, marcada por un espíritu crítico y una actitud constructiva. Una premisa que desde las instituciones de educación superior tenemos siempre presente, muy especialmente ahora, que acabamos de dar la bienvenida a un nuevo curso académico.

Esa manera de estar en el mundo resta inquietud ante el ya famoso acrónimo Vuca, utilizado para describir la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad con las que los estudiantes tendrán que lidiar al salir del aula. Y, precisamente, son los universitarios quienes gozan de una condición de ventaja ante el reto de la empleabilidad, como demuestran los recientes datos que arroja el estudio Panorama de la educación 2019, presentado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que no dejan lugar a dudas: las personas con estudios superiores, ya sean universitarios o de formación profesional, ganan de media un 57 % más que las que solo cuentan con un título de secundaria. Y más aún, para completar la foto que ofrece el organismo, aquellas personas que tienen un máster o un doctorado cuentan con una ventaja diferencial significativa porque acaban ganando de media un 32% más.

Cifras que ponen de relieve el valor diferencial de los estudios universitarios y los beneficios que supone, en términos económicos, culminar los estudios superiores en una sociedad marcada por el cambio y la transformación constante.

Pero no me gustaría destacar solo los aspectos económicos de los que habla la OCDE, sino que otra de las certezas que comparte este estudio es que, para los universitarios, el riesgo de verse en el paro es significativamente menor: las tasas de desempleo de un titulado en educación superior se mueven alrededor del 6%, lejos del 14% que sufren los adultos sin segunda etapa de la secundaria.

De una manera evidente, estos datos constatan hasta qué punto acceder a la universidad marca la diferencia y cómo el hecho de apostar por el desarrollo integral del individuo en el aula, supone una ventaja competitiva para enfrentarse al futuro.

En este punto me parece importante destacar los datos del Ministerio de Trabajo acerca de la tasa de afiliación a la Seguridad Social de los egresados que empezaron sus estudios en el año 2013/2014 en España, y que reflejan el buen hacer de nuestro trabajo. La Universidad Europea se sitúa por encima de la media nacional (de universidades públicas y privadas) en todas las ramas de conocimiento, siendo las titulaciones de Ciencias Sociales y Jurídicas y de Ciencias de la Salud las que cuentan con mayor ventaja con respecto al resto de instituciones.

En concreto, la tasa de afiliación de los egresados en 2017 de titulaciones de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Europea se sitúa en el 63,19 % mientras que la media del total de universidades en esta misma área es del 48,69 %. En el caso de las titulaciones de Ciencias de la Salud, la ventaja también supera los diez puntos porcentuales, con el 53,18% de afiliaciones de los egresados de la Universidad Europea y el 42,57% de afiliaciones en la media nacional.

Sin duda, este es el camino por el que debemos continuar con paso firme, el que contribuye a lograr la empleabilidad de los egresados y alcanzar unas condiciones laborales acordes con su valía. Y en ese camino es clave no solo la visión a corto plazo del proceso de inserción laboral (encontrar un empleo), sino que cobre cada vez más relevancia el término de empleabilidad, adoptando una visión más amplia, estrechamente relacionada con el aprendizaje y adquisición de las competencias necesarias para adaptarse a un entorno económico y laboral cambiante.

Por eso, considero realmente importante que las universidades apostemos por modelos académicos innovadores, en los que se aprenda haciendo, que potencien las capacidades del individuo y que se articulen desde una perspectiva global e intercultural. Además, desde el ámbito académico, somos conscientes de la importancia de trabajar estrechamente vinculados al mundo empresarial y de la mano de profesionales en activo, que viven de cerca la realidad laboral y trasladan toda su experiencia y bagaje al aula.

Estoy firmemente convencida de que debemos seguir trabajando por añadir certezas al futuro laboral de nuestros estudiantes en este tiempo convulso tan falto de ellas. Debemos contribuir a que los estudiantes sean capaces de diferenciarse, porque solo así podrán marcar la diferencia y beneficiarse de una educación que mira al futuro.

*Rectora de la Universidad Europea de Canarias