Es difícil imaginar que la gente vaya al cine con su declaración de la renta, para que la entrada en taquilla cueste en función de los ingresos de cada uno. Con independencia de que la cultura esté subvencionada, los consumidores pagan lo mismo por un bien, con independencia de si ganan más o ganan menos. Hay precios especiales para jóvenes o jubilados, como en el transporte público. Pero nada más.

Es imposible discernir cuál es el objetivo real del estudio encargado por el Ministerio de Fomento para determinar si los ricos de Canarias vuelan más que los pobres a la Península. Tampoco es que sea muy difícil deducir que es así. No hay que quedarse calvo pensando. Los pobres tienen la sana costumbre de dedicar sus escasas rentas a comer y no las dedican a coger aviones todas las semanas. Nadie encarga un estudio para establecer lo obvio. Aquí hay gato encerrado.

Tampoco hay que descartar que al Gobierno de España lo obvio le resulte desconocido. Al fin y al cabo han tardado casi un año en darse cuenta de que los billetes han aumentado sus precios hasta un 40% desde que subieron la subvención, algo que ya todos los canarios sabíamos de sobra e incluso lo habíamos denunciado públicamente. Porque resulta asombroso que un pasaje hasta Londres, siendo el doble de distancia, sea más barato en la gran mayoría de los casos que comprar uno a Madrid.

La flamante Ley del Régimen Económico y Fiscal de Canarias de 2018 establece el carácter de servicio público esencial del transporte interior en las Islas y desde las Islas hacia el resto del Estado. Y determina una subvención para los viajeros, como forma de igualarles de forma efectiva a los ciudadanos continentales, que disponen de redes ferroviarias, trenes de alta velocidad e infraestructuras por carreteras que aquí no olemos. ¿A qué viene ahora que Fomento esté mirando el perfil social de los viajeros canarios, cosa que no hace ni en otros transportes ni en otros territorios y sectores subvencionados?

Las cosas suelen ser lo que parecen. Y esto parece una chorrada. Tiene muchísimo menos sentido -y no hace falta ningún estudio para determinarlo- que se estén subvencionando los billetes de primera clase. O que el sistema de bonificaciones no esté reglado con un precio de referencia para las que las compañías no tengan incentivos para subir sus precios abusivamente.

La realidad es que el sistema de subvenciones es un churro. Encarece los billetes de avión para los canarios que residen fuera y para los viajeros peninsulares, a los que acercarse a las Islas les supone un riñón y y la yema del otro. Y todo esto ha estado pasando delante de las narices del Gobierno español, que ha permitido que un servicio público se haya transformado impunemente en un sistema que exprime a un mercado cautivo. Sugiero que cojan el estudio cuando lo tengan, le hagan un lacito y se lo metan por salva sea la parte.