El Rey Felipe empezó ayer una cansina ronda de contactos con los líderes políticos para que le digan básicamente lo que ya sabe de sobra: que no hay mayoría suficiente para formar gobierno. Son los ritos del sistema democrático. Si no hay milagro de última hora, habrá convocatoria electoral para noviembre. Otro gasto de millones para consultar nuevamente al pueblo y para que los partidos vuelvan a cobrar -tócamela otra vez Sam- las consabidas subvenciones electorales. Y todo para tener unos resultados que, salvo sorpresa producto del cabreo de la gente, serán más o menos similares a los actuales. Es decir, para gobernar habrá que pactar. A partir de ahora asistiremos a la representación coral de la obra: La culpa fue del cha cha cha. Unos y otros intentarán acusarse del fracaso negociador. Todos dirán que estaban dispuestos a apoyar un gobierno con determinadas condiciones. Y todo será, como casi siempre, una enorme falsedad.