Suele ocurrir. El número de canarios con coches de lujo, obras de arte, además de abultadas cuentas bancarias ha alcanzado su mayor nivel tras la crisis. Vehículos, pieles, joyas y embarcaciones. Oiga, y en muchos casos hay quien se lo ha currado para tener su patrimonio, no es nada diferente al resto del país, donde la supuesta recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los pobres.

La brecha de desigualdad social sigue creciendo por la precarización del mercado laboral y sobre todo por un sistema fiscal injusto. Y el problema no es solo que los pobres sean cada vez más pobres (eso ya lo sabíamos), sino que, además, los pobres están condenados a vivir de esa manera: como pobres. Salir del pozo es muy complicado. Las consecuencias negativas y positivas de la desigualdad se concentran siempre en las mismas personas.

Aquello de Los ricos también lloran está muy lejos de la realidad. Llorar siendo rico no es lo mismo que llorar siendo pobre. Las lágrimas del pobre llevan otra carga de amargura. Los ricos, más ricos, y los pobres, más pobres. Unos vivirán siempre en la pobreza, tendrán vidas más cortas, peor salud y menos oportunidades, y otros tendrán más privilegios por contar con más ingresos. Los que estudian, al menos, tienen más posibilidades. Ley de vida, como diría el otro, pero vaya ley, amigo?