Repentinamente casi todos los análisis sobre la situación de Coalición Canaria llevan como flor en el ojal el necesario, imprescindible, vital acuerdo para una futura unificación nacionalista, es decir, la alianza nueva y eterna -para empezar electoral- entre el coalicionerismo y Nueva Canarias. Es una ajada extrañeza que se escucha tanto desde las filas de CC -Marcial Morales, expresidente del Cabildo de Fuerteventura, ha sido el penúltimo en intervenir- como desde los alrededores de NC. Y es además un viejo vicio narcisista de unos y otros, en particular, cuando llegan nuevos líderes, se producen cambios en las correlaciones de fuerzas o se aproximan elecciones generales. La matraca de la unificación -que siempre tiene como punto de partida candidaturas conjuntas para las Cortes- sirve, además, para evitar incómodos análisis -y debates peligrosos- sobre problemas, insuficiencias y contradicciones de ambas fuerzas políticas. En el caso de NC, la pérdida de casi 13.000 votos en las elecciones del pasado mayo respecto a los resultados de las elecciones autonómicas de 2015, aunque se hayan salvado los cinco escaños. Por supuesto, peor aún lo tiene Coalición, porque Román Rodríguez y sus compañeros han entrado en el Gobierno, mientras CC ha perdido casi todas sus posiciones de poder.

Para los dirigentes de CC -empezando por la única figura que quiere ejercer y aun ejerce el liderazgo, Fernando Clavijo- cualquier autocrítica rigurosa merece un anatema fulminante, aunque todavía silente. La versión pretendidamente canónica de Clavijo insiste en que Coalición no perdió en las urnas, sino por un complot universal -del que quizás no quepa excluir al Ku Klux Klan, el Mosad, Alberto Chicote y el peluquero de Paulino Rivero- organizado para negarle el gofio y la sal. Es cierto que CC mejoró los resultados electorales de 2015 -194.000 papeletas, casi 30.000 votos más- pero se quedó todavía muy lejos de los 225.000 sufragios de 2011. Y es imprescindible subrayar que en la mayoría de los ámbitos electorales -no en todos- se produjo un trasvase de voto del PP a Coalición. Un voto de centro derecha que optó por la fórmula de Clavijo como mejor instrumento para evitar un Gobierno demasiado escorado a la izquierda. Lo fundamental, sin embargo, es un dato elemental que el expresidente obvia siempre: no, Coalición no ganó las elecciones autonómicas. Las ganó -y ampliamente- el PSOE.

El poder -y especialmente en una realidad electoral tan compleja como Canarias- no se gana o se pierde exclusivamente en las urnas. CC no ha ganado unos comicios autonómicos desde 2003. En una de las últimas reuniones del comité ejecutivo de CC de Tenerife Manuel Hermoso, con el respeto y la delicadeza que caracterizan sus intervenciones desde que se retiró de la política, señaló que la gestión de los resultados electorales deviene fundamental para mantenerse en el Gobierno o ser expulsados del mismo. Los resultados se gestionaron pésimamente por parte de Barragán y Clavijo y los errores de los últimos cuatro años -y el desgaste de un cuarto de siglo al frente del Ejecutivo- propiciaron una cadena de acuerdos que los borró del mapa del poder en el Archipiélago. Pero se quiere coartar el debate abierto sobre las evidencias. Y si el precio a pagar es intensificar la zombificación de CC como organización política, están dispuestos a devorar cualquier cerebro que musite, ñam, una disidencia.