Uno de los espectáculos poselectorales más fascinantes en Tenerife ha consistido en la defensa cerrada, y a veces hasta entusiasta, que ha hecho la izquierda de los concejales (2) elegidos por las listas de Ciudadanos para el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y de los consejeros (2) elegidos para el Cabildo Insular en el pasado mayo. Más de un dirigente o simpatizante de Podemos los ha llamado héroes por su decidida contribución a "regenerar las instituciones", es decir, desalojar a Coalición Canaria del poder. Frente a una organización decidida a facilitar la continuidad de los gobiernos coalicioneros por turbios intereses estos cuatro militantes habrían cumplido su promesa de regeneración apoyando con sus votos a los candidatos del PSOE (Patricia Hernández en el ayuntamiento y Pedro Martín en el Cabildo) desafiando las terribles presiones de sus respectivos jefes de fila y su bruja plenipotenciaria, Teresa Berástegui.

Ciudadanos, obviamente, abrió expedientes de expulsión a los cargos públicos que desobedecieron las instrucciones. Una de las concejales, Matilde Zambudio, ha repetido que disponía de innumerables pruebas que demuestran que su dirección les concedió plena libertad de acción, pero sin duda por modestia no ha presentado ni una. La señora Zambudio es ahora jerárquicamente la número dos del gobierno municipal y responsable de Promoción Económica, Cultura y Patrimonio Histórico, y nadie tiene la más rapajolera idea -por ejemplo- de los objetivos y estrategias de su política cultural. Algo muy similar -salvo algunas generalidades- cabe decir de la gestión urbanística que ha asumido Juan Ramón Lazcano, vocacionalmente mudo y selectivamente sordo, del que se sabe que es arquitecto y propietario de un sistema dental muy satisfactorio. En el Cabildo, Enrique Arriaga agita en sus manos Movilidad, Carreteras e Innovación y su compañera, Concepción Rivero, lleva Cultura, Deportes y Juventud (en este mandato si quieres que los socialistas te den algo rápido pídeles la política cultural: la sueltan a los cinco minutos de negociación).

Los cuatro representantes han cobrado a buen precio su heroicidad sacrifical. Zambudio y Arriaga perciben un salario superior a los 60.000 euros anuales, más las dietas. En el Cabildo tinerfeño cuatro miembros de la lista de Cs han sido designados -con muy discutible legalidad- directores insulares: Arriaga ya tiene a su grupito dentro. Frente al dramático relato de las opciones excluyentes -o gobernamos con el PSOE o dejamos gobernar a CC- los cuatro magníficos disponían de otra alternativa: votar a favor de Hernández y Martín, pero sin entrar en sus respectivos equipos. Facilitar el cambio político y fiscalizarlo desde la oposición, negociando incluso un programa de gobierno. Tal hipótesis no fue considerada. Porque, como ocurre con la inmensa mayoría de los tránsfugas, han empleado los cargos que han obtenido por su inclusión en una lista electoral como mercadería. Ahora han sido definitivamente expulsados de Ciudadanos y deberán pasar inexorablemente al grupo de los no adscritos, sin poder ostentar cargos ni recibir sueldos. Yo me niego a suscribir el rumor que apunta a que ya se está trabajando para que sus bolsillos no se arruguen y sigan apoyando la regeneración democrática. Esas cosas no pasan. Nunca.