Solemos pensar que la motivación solo sirve para el deporte, cuando es esencial para la vida misma. Cuando pasamos por momentos difíciles, el leer una buena frase motivadora o escuchar una palabra de aliento de alguien a quien apreciamos, nos llega como una inyección de energía. Justo en ese momento despiertan unas emociones que teníamos dormidas y nos ayuda a coger fuerza. Esto se debe a la relación directa que existe entre nuestro pensamiento y nuestras emociones. Si leo una frase motivadora, me anima. Si leo una noticia trágica, me entristece. Cuando somos capaces de entender esta conexión, donde la llave de nuestras emociones (como nos sentimos) está en elegir un buen pensamiento (pensamiento que nos inspire), entonces seremos capaces de generarnos en nosotros mismos unas determinadas emociones que nos ayudarán a sobrellevar de mejor manera los momentos difíciles. Pero no solo es necesario ante la dificultad. En ocasiones, por la rutina o por el estrés de nuestro día a día, vamos perdiendo ilusiones e intereses, y empezamos a sobrevivir en vez de vivir bien. Olvidamos los momentos para reflexionar sobre las causas de no sentirnos motivados y satisfechos con lo que hacemos y, sobre todo, con nosotros mismos. Abandonamos sueños, ilusiones y hábitos que nos hacían sentir bien.

Cuando hablo de motivación me refiero a esa fuerza interna que actúa como un potente motor que nos impulsa hacia adelante. Aprender a motivarte ayuda a mejorar la confianza en uno mismo, la autoestima, y el autocontrol. Te ayuda a ser una persona optimista con iniciativa, actitud positiva y compromiso total hacia tus propósitos. El tono de voz, tu postura, tu mirada, tus gesto, ¡todo cambia! Porque al confiar y creer en ti adoptas una postura de seguridad. Te afectarán los obstáculos que aparezcan, pero no te hundirán en el dolor, sino que buscarás la manera de transformarlos en un trampolín para continuar hacia adelante. Recuerda que los obstáculos aparecen solos pero los límites los pones tú. La automotivación nos pone en movimiento. Desarrollar la capacidad de entusiasmarnos a nosotros mismos en nuestras tareas diarias nos ayuda a obtener mejores resultados. Es cierto que es agradable y satisfactorio contar con personas que nos aporten esa dosis de motivación que tantas veces necesitamos, pero ¿por qué depender de otro si podemos hacerlo nosotros mismos?

Para lograr motivarte deberás esforzarte en encontrar ilusiones y disfrutar del valor de los pequeños detalles. Gestionar bien tu pensamiento es esencial para ponernos en marcha. "¿Si otros han sido capaces, por qué no voy a serlo yo?". Pero no solo basta con saber motivarte, sino saber mantener esta motivación. ¿Cómo? Estando en activo, es decir, todos los días. Al igual que nuestro organismo necesita alimentos a diario, y nuestros músculos ejercicio para fortalecerlos, para interiorizar la automotivación debemos fomentarla diariamente.

Saber motivarnos es necesario para vivir mejor, pero tampoco vamos a engañarnos. Es cierto que podemos lograr, a través de esta habilidad, hacer lo que no nos gusta sin ocasionar una auto-destrucción emocional, pero los milagros no existen. Si mi trabajo me insatisface, y además cada día tengo que lidiar con compañeros con los que me siento incómodo, gestionando mis pensamientos y haciendo cambios en mi comportamiento puedo lograr acudir al trabajo sin ansiedad, pero lo que no puedo pretender es ir con entusiasmo. A veces nos confundimos pensando que para ser feliz en la vida hay que hacer todo con entusiasmo y motivación. Esto es un error que puede generar muchísima frustración. Es cierto que la motivación es una de las variables a trabajar si queremos mejorar el rendimiento en lo que hacemos, pero muchísimas veces tendremos que hacer cosas que no nos apetecen y donde el nivel de motivación es mínimo. Es cuando hablamos de responsabilidad y compromiso.

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