Hay mar de fondo en el PSOE con algunos nombramientos. Guerra de poderes internos. Las hay en Gran Canaria, con la bronca de la portavocía en el Cabildo del que han sacado al incómodo Luis Ibarra para que no incordie a Antonio Morales. Y la hay en Tenerife, con los nombramientos en Sanidad para la gerencia de los dos hospitales chicharreros. E incluso para la Autoridad Portuaria. Unos quieren poner a unos y otros quieren poner a otras. Y los cuchillos vuelan y la casa sin barrer. Se vuelve patente que el peor enemigo del nuevo Gobierno no es una oposición descabezada o desconcertada, que lame aún sus recientes heridas, sino las gigantescas expectativas de gasto público creadas -que ahora parecen imposibles de lograr- y la cohabitación de diferentes partidos y familias dentro de cada una de las fuerzas políticas del pacto, que a veces, muchas veces, son casi peores adversarios que los que se sientan enfrente.