Es ligeramente asombroso lo poco que se sabe del nuevo (todavía) Gobierno de Canarias. Ciertamente solo se le ha visto reaccionando frente a la catástrofe de los incendios de Gran Canaria -una desgracia que aún está lejos de ser totalmente evaluada- y a la situación económica-financiera de las arcas autonómicas, con visita incluida a la ministra de Hacienda, Marías Jesús Montero, de la que Ángel Víctor Torres y Román Rodríguez se trajeron la promesa de que la pasta -la actualización de este 2019 de los fondos que deben ser transferidos a las comunidades autónomas, unos 223 millones para Canarias- se mandaría antes del 15 de diciembre. Pero tanto Torres como Rodríguez saben que ese supuesto compromiso no es más que la expresión de un pío y cómodo deseo. Porque el Gobierno central se escuda en un informe de la Abogacía del Estado que establece que un Gobierno en funciones no puede transferir esos fondos. Y porque hiede, como un matadero, a elecciones anticipadas. Del resto de lo que se adeuda a la Comunidad Autónoma de Canarias ni una palabra.

Para enmascarar que ahora el ninguneo es sonriente, pero sigue incólume, el viceRodríguez continúa recordando lo mal que lo hizo el Ejecutivo anterior, porque supuso, en el colmo de la irresponsabilidad, que el Gobierno central sería más o menos responsable. En realidad da un poco igual. Canarias, como el resto del país, se dirige hacia un destino incierto en medio de una crisis del sistema político-institucional apenas ensordinada. El responsable de que España se siga gestionando con los presupuestos generales de Cristóbal Montoro es Pedro Sánchez, que fue incapaz de conseguir aprobar los suyos. El principal responsable de que España no tenga un nuevo Gobierno cuatro meses después de celebradas las elecciones generales es Pedro Sánchez, que pretende una investidura presidencial sin costes, sin negociaciones, sin otra cosa que una rendición incondicional a izquierda y derecha. El principal responsable de la catatonia política que se perpetúa desde hace más de un año -sin avanzar un milímetro en el conflicto con el independentismo catalán- es Pedro Sánchez, que impulsó una moción de censura para celebrar elecciones cuanto antes, y cuando finalmente lo hace, amenaza con repetirlas de nuevo porque está convencido de arañar una docena de escaños.

El viceRodríguez ha afirmado igualmente que su equipo de la Consejería de Hacienda "tendrá que hacer unos presupuestos autonómicos para 2020 a ciegas". Bienvenido al desierto de lo real. Todas las comunidades autónomas -incluida Canarias- se vieron en un brete muy similar en el otoño de 2017. A ver cómo se reconoce al tacto una renta básica universal, a ver cómo se distingue con la yema de los dedos las ayudas a la dependencia, el incremento de la inversión en I+D+i o un plan contra la pobreza infantil. Hacer política presupuestaria a oscuras es lo que tiene. Mientras tanto, en las redes sociales, flamantes consejeras y directores generales se siguen felicitando y encontrándose histéricamente históricos, fuertes, valientes, comprometidos, todo para el twitter, pero sin el pueblo, el pueblo, tan a ciegas como el mismísimo presupuesto.