Me gustan esos recorridos en trenes de media distancia donde reflexionamos con lentitud, con sosiego, como si de alguna manera adquiriéramos nuevas formas de observar, con la calma suficiente para apreciar paisajes maravillosos, pequeñas estaciones con vida, gente, historias?

Esa media distancia que significa tanto y que apenas aplicamos en nuestro día a día. Esa media distancia donde somos capaces de estar lo suficientemente cerca para conectar, dejar huella y a la vez lo suficientemente lejos para analizar la situación y los problemas con cierta perspectiva, esa MD que perdemos con el desarrollo de nuestro liderazgo. Esa MD que nos permite conectar con la realidad, y en definitiva con nuestros equipos y con la ciudadanía.

En los inicios del ejercicio de nuestros cargos públicos como concejales en algún ayuntamiento, o como parte de un equipo de asesores, dentro de un gabinete, somos sencillos, cercanos, creíbles, prácticos, y tomamos decisiones con facilidad; opinamos resolviendo situaciones con la comodidad suficiente que nos permite estar en un cargo relativamente controlado. Evolucionamos en nuestra carrera política, se inicia el proceso de composición de los equipos y te encuentras ante una tesitura interesante: te proponen asumir un cargo de mayor responsabilidad, de mayor visibilidad pública, de mayor compromiso para el ejercicio de tu liderazgo político. En ocasiones, ante una propuesta así, sabes que no puedes decir que no, quizás no tienes ni tiempo de valorarlo, "tiras para adelante y asumes el reto". Lo asumes desde tu ilusión y lo más importante, desde tus valores? y te repites constantemente que si llega ese momento persistirás a lo largo del tiempo por conservar tu identidad, y no alejarte de tu ser porque aunque ese estar varíe, tienes la certeza de que sabrás volver a ti, eres consciente de ello.

Mi experiencia me dice que cuando asumes un cargo público, a corto plazo y de una manera lenta, por ello apenas eres consciente, modelas tu despliegue público dentro de una esfera más de poder que de autoridad. Hay una tendencia a crear escenarios de realidades mucho más simple y entender que las parcelas de realidad son muchos más básicas y reducidas. El abanico de análisis se reduce, considerando a determinados grupos como referentes y básicos como eje de nuestros análisis; en definitiva, perdemos perspectiva, alejándonos de nuestra MD para diseñar nuevos escenarios desde donde tomamos decisiones, en ocasiones alejadas de la percepción general, esas decisiones nos alejan exponencialmente de nuestro punto de partida, y así de forma sucesiva nos lleva a un punto lejos de nuestra identidad.

Ahora vivimos momentos de cambio, movimientos que alteran nuestra rutina política, bien porque la ciudadanía, los pactos o el partido así lo deciden; y no somos conscientes de todos esos movimientos previos que se estaban produciendo, hasta llegar a ese caos que creemos nos cambiara la vida. Parece que todo llega de una forma inesperada, y nos sorprende, parece que nos cogiera sin preparación para enfrentarnos o asumir algo así, y realmente todo es previsible. Para ello es necesario estar sobre el tablero y no en la caja donde guardamos las piezas después de la partida. Alejarnos no es rentable, mantenernos en esa MD es necesario y viable para ser un autentico líder.

El líder nace y se hace, pero también se deshace. Una vez conseguido el liderazgo, este tiene que ser cultivado para que no se pierda. La desconexión del político con su equipo o la pérdida de confianza por parte de los ciudadanos pueden conducir a la destrucción del líder. Aspectos como la credibilidad, firmeza, ambición, energía, autoridad y responsabilidad lo definen como líderes.

Me quedo con un aspecto interesante que me gusta compartir contigo: pon en práctica la habilidad para perdonarse a uno mismo, piensa que cometer errores es parte fundamental del proceso de aprendizaje emocional, quizás debemos de darnos la oportunidad de ser lo que somos, equivocarse esta permitido y perdonarse nos orienta, nos aporta autoconocimiento y control sobre nuestra hoja de ruta. Facilitándonos el ajuste con los demás, con nuestros entornos y equipos.

Muchas veces decisiones poco acertadas, mala comunicación o momentos que se desvían de nuestro centro acaban siendo percibidos como puntos negros, formando parte de nuestra alma. Si estas sensaciones de malestar con uno mismo no son atacadas, corremos el riesgo de añadir un centímetro más de grosor a nuestra armadura emocional. Nuestro antídoto: estar cada día derrochando honestidad y humildad para poner rumbo a nuestro ser en esos trenes de MD.

*Psicóloga. Coach Político. CEO ETIK

@EtikMaite www.etikpolitica.es